CONMOCIÓN EN ESTADOS UNIDOS

Dallas enfrenta EEUU a sus demonios en una semana trágica

Manifestantes se abrazan tras los disparos durante la protesta en Dallas.

Manifestantes se abrazan tras los disparos durante la protesta en Dallas. / periodico

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Muchos de los demonios que atenazan la paz social en Estados Unidos se han conjurado para salir a la superficie en las últimas 72 horas. En una sucesión dramática de acontecimientos, que han puesto al país en estado de alerta y han agravado su fractura interna, la ciudadanía ha asistido a las consecuencias más crudas de la brutalidad policial, la tensión racial y la barra libre de armas que convierte sus calles en campos de batalla con aterradora frecuencia. Al menos un francotirador ha matado en Dallas (Tejas) a cinco policías y ha herido a otros seis durante una protesta pacífica contra el asesinato de dos hombres negros a manos de la policía en otros puntos del país. Ha sido el epílogo brutal a una semana trágica.

Dallas ha vuelto a colarse en la historia luctuosa del país. Muy cerca de donde John Fitzgerald Kennedy fuera asesinado hace más de medio siglo, la policía estadounidense vivió su día más negro desde los atentados del 11-S. Sucedió mientras cientos de personas marchaban por la ciudad para protestar por la muerte el pasado martes de Alton Sterling, un hombre que vendía cedés fuera de una tienda de Luisiana, y de Philando Castile, al que se dio el alto un día después en un control de tráfico de Minnesota por llevar el faro trasero roto. Los dos eran negros. Y los dos fueron tiroteados a bocajarro por los agentes sin más justificación aparente que el terror atávico que parte de la América blanca siente todavía hacia los afroamericanos tras siglos de esfuerzos concertados por parte de la supremacía blanca para deshumanizarlos y presentarlos como criminales peligrosos por el mero hecho de ser negros.

Registrados en vídeo, ambos incidentes generaron protestas en varias ciudades del país tras convertirse en fenómenos virales. Una de ellas fue en Dallas, y transcurrió sin incidentes hasta que las balas empezaron a sonar de forma acompasada. Dos disparos. Silencio. Más disparos. Silencio. Cinco policías murieron en el ataque y seis resultaron heridos, además de una mujer que había acudido a la manifestación con sus cuatro hijos.

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“Este ha sido un ataque salvaje, calculado y despreciable a las fuerzas del orden”, dijo el presidente Barack Obama desde Varsovia, donde asiste a la cumbre de la OTAN, la escala previa a su viaje oficial a España, adonde llegará el sábado por la noche. “La policía estaba haciendo su trabajo, manteniendo la seguridad de la gente durante una protesta pacífica”. El pistolero ha sido identificado como Micah Xavier Johnson, un veterano negro de 25 años que sirvió en Afganistán y que, en la negociación que mantuvo con la policía antes de morir, habría expresado los motivos del crimen.

"MATAR A POLICÍAS BLANCOS"

“Dijo que estaba enfadado por los recientes tiroteos”, explicó el jefe de la policía de Dallas, David Brown, en alusión a los sucesos de Luisiana y Minnesota. “Dijo que estaba enfadado con la gente blanca. Dijo que quería matar blancos, especialmente policías blancos”. Sobra decir que en algunos sectores de la comunidad negra también hay racismo y ganas de revancha.

Los últimos acontecimientos han vuelto a airear la fractura que persiste entre las fuerzas del orden y las principales minorías estadounidenses pese a las medidas lanzadas por la Administración de Obama desde los disturbios de Ferguson (Misuri) hace dos años para tratar de reparar la desconfianza y suavizar la conducta de una policía de gatillo fácil que ante ciertos perfiles no tolera el menor desacato o insolencia.

En los primeros seis meses del año, las fuerzas del orden han matado a 509 personas, según el recuento de 'The Washington Post'. Casi la mitad son latinos o negros, tiroteados a un ritmo dos veces superior que los blancos. En casi el 90% de los casos, la víctima iba armada, lo que pone también de relieve la dificultad de su trabajo.

DEBATE CRISPADO

“¿Hubiera sucedido esto si el conductor y los pasajeros hubieran sido blancos?”, decía esta semana el gobernador demócrata de Minnesota, Mark Dayton, tras la muerte de Castile a manos de los agentes. “No lo creo. Todos nosotros tenemos que entender que este racismo existe”.

El incidente de Dallas está llamado a crispar todavía más el debate racial en Estados Unidos, dado que la derecha lleva tiempo acusando al presidente de atar las manos a la policía con sus denuncias de la persistente discriminación en la aplicación de la justicia, y más directamente contra movimientos de protesta como Black Lives Matters, a los que acusa de incitar la violencia. “Es la guerra”, escribió el excongresista republicano Joe Walsh, cercano al Tea Party. “Es hora de que la América patriótica se plante contra los que odian a la policía, desde Obama a los delincuentes de las calles”.