Análisis

Corona y armiño para un programa austero

Rosa Massagué

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Viendo la ceremonia de apertura del Parlamento británico, con toda la pompa y circunstancia de que es capaz una tradición británica, menos vetusta de lo que aparenta, cualquiera diría que el mantra del discurso que leyó la reinaIsabel II era austeridad, austeridad, austeridad.

Las carrozas, los dorados del trono, el armiño, las joyas de la corona, los pajes, las damas de honor y las pelucas de los Lores, poco se avienen con un programa de Gobierno calificado de «radical» por el primer ministroDavid Cameron.

Los principios de «libertad, equidad y responsabilidad», en especial el segundo, en los que se basa el programa legislativo del nuevo Gobierno tampoco parecen adecuarse a una ceremonia en la que desde el primer ministro hasta el último diputado, pasando por el líder de la oposición, deben asistir de pie y amontonados al fondo de la Cámara de los Lores porque en ella no hay ni medio banco para los Comunes. Pero esto es el Reino Unido. Juntos, poco, y revueltos, menos.

CON SU VOZ pequeña y aflautada, y una entonación monótona, los discursos de la Reina que abren la legislatura y desgranan el programa del Gobierno acostumbran a ser piezas que invitan a la somnolencia. El de ayer, pese al habitual tono de salmodia real, mantuvo bien despiertos a los presentes apretujados en la reluciente Cámara de los Lores.

Era el primer discurso de la reina en el que se explicaba el programa de un Gobierno nuevo por partida triple, por ser un recién llegado al poder, por representar un cambio de ciclo tras 13 años de poder laborista y por tratarse de una experiencia nueva, la de un Gobierno de coalición,rara avisen el rancio panorama político británico simbolizado por los oropeles y dorados neogóticos de la cámara alta.

Dada la grave crisis económica, con un déficit correspondiente al 11% del PIB, uno de los más elevados de Europa, la reina no podía anunciar otra prioridad que no fuera la de «reducir el déficit y restablecer el crecimiento económico». El día antes, el ministro del Tesoro ya había anunciado un recorte de 7.260 millones de euros, un pequeño anticipo de los más de 40.000 millones que se van a reducir antes del otoño.

Pero del discurso de ayer, lo que interesaba descubrir es la correlación de fuerzas dentro de la coalición de Gobierno, hasta dónde pueden llegar los conservadores y qué consiguen imponer los liberaldemócratas. Los exégetas del discurso real, como el comentarista de la BBCNick Robinson,parecían encontrar la respuesta en la trilogía «libertad, equidad y responsabilidad».

LOS COALIGADOS se encuentran a gusto en torno a la primera. Es la libertad implícita a la reducción del papel de un Estado considerado excesivamente centralizado y burocratizado que cederá, según el programa, mayores poderes a los entes locales en cuestiones de vivienda y urbanismo. También ofrecerá a los ciudadanos la posibilidad de escoger en educación o sanidad, unos servicios públicos que tendrán una mayor flexibilidad y menor control gubernamental.

Según esta misma idea de libertad compartida por conservadores ylib-dems, el Gobierno abolirá los polémicos documentos de identidad así como las restricciones en el uso --en realidad, abuso– de las cámaras de seguridad.

«Equidad» sería un concepto propio del partido deNick Cleggy bajo este paraguas estarían las medidas para convertir la Cámara de los Lores en una cámara electa, al menos en parte, y no nombrada como ahora. Los liberales también han conseguido introducir el referéndum para modificar el sistema electoral introduciendo la proporcionalidad aunque limitada.

La «responsabilidad» sería propia de los conservadores y acogería medidas como la limitación de la inmigración, la nueva oficina para el control presupuestario, la eliminación de numerosos entes casi oficiales o el mantenimiento de un sistema de disuasión nuclear.

Con el discurso de la reina, acababa lo fácil. Ahora viene lo difícil que, con este Gobierno, no es tanto el conseguir aprobar las leyes en el Parlamento, que tampoco será pan comido. Lo verdaderamente difícil será mantener la solidez de la coalición, ver cómo se conjugan aquellos tres conceptos sin que se tambalee el experimento gubernamental.