CONOCIDAS VENGANZAS DE PIONYANG

Crímenes a domicilio

Corea del Norte ha cometido a lo largo de la historia secuestros masivos y asesinatos quirúrgicos o con bombas en el extranjero

Combinación de fotos de Kim Jong-un (izq) y Kim Jong-nam.

Combinación de fotos de Kim Jong-un (izq) y Kim Jong-nam. / periodico

ADRIÁN FONCILLAS / PEKÍN

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Kim Jong-nam sabía que vivía de prestado. No confió en que funcionara la carta personal al líder norcoreano y hermanastro, Kim Jong-un, suplicándole perdón. Jong-nam, que creció en palacio, era consciente de que los hostiles al régimen son eliminados aunque pongan tierra de por medio. Su asesinato esta semana en un aeropuerto malasio es el último atentado del régimen a domicilio. El menú criminal incluye secuestros masivos, bombas o asesinatos quirúrgicos.

Corea del Sur es el principal campo de actuación del espionaje norcoreano porque ahí residen los desertores. Su viaje hacia la libertad es pedregoso y, ya en suelo surcoreano, aún se enfrentan a la persecución de un régimen que les considera traidores. En Seúl fue asesinado en 1997 de un tiro en la cabeza cuando salía de su apartamento Yi Han-yong, familiar del hermanastro muerto esta semana. A Yi no le salvó ni el cambio de identidad ni la cirugía para cambiar su rostro. Cuando se quedó sin fondos escribió un libro sobre las interioridades de palacio que certificó su condena.

Hwang Jang-yop, el más alto cargo huido de Corea del Norte, salvó su vida porque el espionaje surcoreano le advirtió en el último minuto de que el presunto desertor con el que había quedado en una parada de metro era un asesino. Este fue detenido con un bolígrafo cargado de veneno y Hwang murió unos meses después de causa natural. No era la primera vez que un agente se hacía pasar por desertor para entrar en Corea del Sur. Eso explica que la policía los someta a interrogatorios durante semanas para averiguar sus intenciones reales.

OBJETIVO: MATAR AL PRESIDENTE

En 1968 se produjo una de las acciones más audaces. Una treintena de agentes llegó a la capital para asesinar al presidente, Park Chung-hee. Estaban ya cerca de la residencia oficial cuando se toparon con cuatro adolescentes que recogían leña. En lugar de matarlos se esforzaron en persuadirlos de las virtudes del comunismo frente a ese capitalismo del sur que solo generaba drogas y corrupción. Después les liberaron con la promesa de que no les delatarían. Los jóvenes la incumplieron y en el posterior tiroteo murieron todos los agentes norcoreanos, dos docenas de soldados surcoreanos y cuatro estadounidenses. El presidente surcoreano clamó venganza y prometió atacar a la cúpula norcoreana en Pionyang, pero nunca ejecutó el plan.

También en Rangún, la capital birmana, intentaron asesinar al presidente en 1983. Una bomba colocada en el Mausoleo de los Mártires mató a 17 altos cargos surcoreanos de una comitiva oficial. Al presidente, Chun Doo-hwan, le salvó un atasco que retrasó su llegada.

También sobrevivió milagrosamente el histórico presidente Park, artífice del milagro económico. Daba un discurso cuando un agente entre la multitud le disparó con un revólver. La bala mató a su esposa, Yuk Young-Soo. El episodio traumatizó a su hija, Park Geun-hye, quien se echó en brazos de oscuros gurús. Hoy es la presidenta del país y de aquellas amistades turbias nacen los escándalos que le van a costar el puesto.

INFILTRADOS PERO DESCUBIERTOS

El espionaje norcoreano detectó un problema serio a finales del pasado siglo. Muchos de sus agentes infiltrados eran rápidamente descubiertos a pesar de sus largos años de formación. Hablaban coreano o japonés, pero sin los giros actuales. El país, sellado desde el final de la guerra, no había evolucionado y tampoco sus costumbres, así que parecían salidos de una máquina del tiempo en modernas macrourbes como Seúl o Tokio. Ahí nació la industria del secuestro masivo. Centenares de surcoreanos y japoneses e incluso una decena de europeos fueron absorbidos por un agujero negro mientras paseaban en parques o playas y aparecían más allá del paralelo 38 como profesores del cuerpo de espionaje: cultura y costumbres, expresiones de lenguaje nuevas, formas de vestir…

El asunto aún arruina las relaciones entre Tokio y Pionyang. Esta lo negó durante años y solo en el 2002 admitió el secuestro de 13 japoneses, ocho de los cuales habrían muerto. Megumi Yokota es el caso más célebre. Fue secuestrada con 13 años cuando iba al colegio. Pionyang envió mucho tiempo después sus cenizas a Japón como prueba de su suicidio, pero los análisis del ADN desmintieron que fuera ella. Aún hoy se desconoce qué ha sido de Megumi.

EL PEOR ATENTADO

El atentado más mortífero fue aéreo. Un avión de Korean Air estalló en 1987 con 115 personas a bordo, en su mayoría surcoreanos. Dos agentes habían colocado una bomba con la intención de arruinar los inminentes Juegos Olímpicos de Seúl. Fueron detenidos en Bahréin por llevar pasaportes falsos. Ambos pidieron fumar. Uno mordió la bolita de cianuro escondido en la boquilla y murió al instante entre terribles convulsiones. La rápida intervención del agente impidió que la joven agente hiciera lo mismo. Fue condenada a muerte y después perdonada por el presidente surcoreano aludiendo a su lavado de cerebro. Se disculpó, renegó de su pasado, escribió un libro sobre sus experiencias y cedió los beneficios a las familias de la víctimas. Hoy vive escondida en Seúl y abriga la misma certeza que Kim Jong-nam: da igual dónde se estén, Pionyang nunca olvida a sus traidores.