EL DESAFÍO DEL ESTADO ISLÁMICO

La contienda yihadista inflama el ambiente de la universidad turca

Estudiantes en la universidad de Estambul pasan ante policías antidisturbios, la semana pasada.

Estudiantes en la universidad de Estambul pasan ante policías antidisturbios, la semana pasada.

ANDRÉS MOURENZA
ESTAMBUL

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No era kurdo, pero dio su vida por ellos. Suphi Nejat Agirnasli era un joven de clase media, licenciado en Sociología por la prestigiosa Universidad del Bósforo, que vivía sin lujos en un piso compartido de Estambul. «Nací como una persona corriente y me despido como una persona corriente», dejó escrito en una carta antes de partir al frente de Kobani. A su pesar se ha convertido en un símbolo al ser el primer turco que cae defendiendo la ciudad kurdo-siria ante el asedio del Estado Islámico (EI).

Durante días, la plaza central del campus norte de la Universidad del Bósforo ha estado adornada con su retrato y cientos de estudiantes han presentado sus respetos por este «mártir de la universidad» que cayó defendiendo «las ideas de la Ilustración frente al fundamentalismo», explica a este diario el estudiante Onur Tever.

Las universidades de Turquía se han convertido en un frente más de esta guerra, si bien simbólico, y no hay semana sin actos en defensa de Kobani. Pero en un país que ha enviado voluntarios a ambos bandos -se calcula que unos 1.000 turcos combaten en las filas del EI e incluso algunos son parte de su dirección- y que se ve cada vez más involucrado en la contienda, los ánimos están a flor de piel y las manifestaciones en uno y otro sentido suelen degenerar en incidentes violentos.

PALOS Y CUCHILLOS / El pasado 26 de septiembre, cuando una asociación de alumnos izquierdista de la Universidad de Estambul colocaba carteles y distribuía panfletos contrarios al EI y el Gobierno turco en la Facultad de Letras, un grupo de estudiantes islamistas armados con palos y cuchillos arremetió contra ellos, hiriendo al menos a una persona. La policía irrumpió en la universidad y detuvo a varias decenas de estudiantes. Incidentes similares se reprodujeron los días 1, 9, 13 y 24 de octubre en la misma facultad -con al menos media docena de heridos y decenas de detenidos-, así como en universidades de otras ciudades.

Evrim, una estudiante de la Facultad de Letras que pide ocultar su verdadero nombre, presenció los dos últimos ataques y critica que la policía «protege» a los islamistas: «Detiene a dos o tres de ellos y luego los suelta. En cambio arresta a muchos más izquierdistas y los lleva a comisaría». De hecho, cuando la policía penetró en la Universidad de Ankara el pasado 10 de octubre, varios agentes fueron fotografiados haciendo símbolos islamistas, algunos de ellos apuntando con el índice hacia el cielo, como los militantes del EI.

En un comunicado publicado en internet, los presuntos autores del ataque del 26 de septiembre afirman que los estudiantes izquierdistas querían «denigrar la lucha de los musulmanes». «Como no hicieron caso de las advertencias de que descolgasen los carteles, los estudiantes musulmanes hicimos uso de nuestro derecho a combatir las injurias a nuestros valores e identidad», añade el texto, que culmina con un «Viva nuestra yihad global» y «Naciones Unidas es una organización terrorista». Pese a los intentos de este periodista por contactar con ellos, no han querido dar la cara.

«Resulta difícil saber quiénes son porque su nombre, Juventud Musulmana, lleva siendo usado durante dos décadas por diversas facciones de la derecha islamista», explica Kivanç, profesor asistente de Ciencias Políticas. Según Evrim, se trata de grupos que anteriormente hacían manifestaciones en favor de Al Qaeda y otras organizaciones fundamentalistas y que lucen símbolos del EI que se pueden adquirir en tiendas de los alrededores de la Universidad de Estambul.

Según los académicos, la falta de condena al EI por parte del Gobierno turco -que hasta hace unas pocas semanas se negaba a calificarlo de terrorista- permite que jóvenes islamistas radicalizados se sientan posibilitados a manifestar su apoyo a los yihadistas. Evrim, además, acusa al rectorado -muy favorable al partido islamista que gobierna en Turquía- de «hacer la vista gorda» ante las actividades de estos grupos.