En la cola de un cajero griego: "¡Al diablo con todos"!

Los griegos salen a las calles para intentar sacar dinero de los cajeros automáticos. Este es el testimonio de la desesperación que se vive en Grecia.

CLARA PALMA HERMANN / ATENAS

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“¡Al diablo con todo! ¡Pero si no me deja sacar ni siquiera los 60 euros!” protesta una jubilada. Es la primera de una cola de despistados que aguarda ante un cajero en el centro de Atenas, desenterados de que hoy, hasta las 12 del mediodía, los dispensadores no permiten retirar ni un euro. Hasta un 60% de los cajeros se han quedado sin efectivo, según medios locales, desde que el viernes el primer ministro Alexis Tsipras anunciara la convocatoria de un referéndum. Por eso, según recoge el decreto que regula el control de capitales, publicado esta madrugada, hasta la tarde los cajeros no dispensarán, de cara a permitir el reabastecimiento de dinero fresco. Después, el límite por tarjeta de crédito o débito queda establecido en 60 euros diarios hasta el próximo día 7 de julio, cuando está previsto que reabran los bancos.

A la mañana siguiente del anuncio oficial del “corralito”, han empezado a entrar en vigor medidas “para que no haya problemas en la vida cotidiana de los griegos,” en palabras del ministro de finanzas Yanis Varoufakis. Así, los ciudadanos tendrán acceso gratuito al transporte público mientras dure el control de capitales. “Nos hemos enterado por televisión,” explica un empleado del Metro en la estación de Omonia, en el corazón de la capital. “La empresa no lo ha hecho público, aunque nos han informado extraoficialmente de que ya es gratis. Las máquinas siguen dispensando billetes, pero en la práctica no habrá controles”.

En la céntrica calle Athinás, los negocios funcionan con normalidad. Muchos tenderos bromean con sus clientes: “¿Qué, ya has sacado tu dinero?” “Claro, por supuesto, el millón de euros que tenía en la cuenta,” responden. Incluso en una oficina de lotería no faltan los asiduos. “Vendrá menos gente, claro. O quizá entren 100 clientes, pero se jugarán sólo medio euro cada uno,” reconoce el encargado. “¿Qué quieres? Hasta el martes que viene sólo tengo 30 euros,” se justifica un pensionista que se da por aludido.

A pesar de las bromas, la preocupación empaña el ambiente. La gente intercambia informaciones de última hora, se contradicen, discuten. “Cuando se pierde la confianza en un sistema, es lo peor que puede pasar. No sabemos qué ocurrirá mañana,” profiere con gravedad Nikos en su pequeña papelería. Teme que sus ya escasos clientes desaparezcan por completo en los próximos días. “No importa que estemos o no en el euro, sin confianza incluso los euros no valen nada,” lamenta. Su familia, a la que pertenece el negocio, comparte su escepticismo sobre el referéndum que ha convocado el Gobierno de Tsipras sobre la propuesta de los acreedores. “Todos los políticos son unos mafiosos, todos, ¿hay un sólo país en el que exista democracia?” grita Aléxandros, el hermano menor, con la cara desencajada.

“Es una consulta de mentira, nos llaman a votar una propuesta que ni siquiera existe como tal. Se acuerdan de nosotros después de 6 meses de gobierno,” critica Nikos, que no sólo considera culpable al Ejecutivo heleno. “Cuando una conversación fracasa, es responsabilidad de los dos interlocultores. Pero en cualquier caso las consecuencias las pagará el pueblo. El librero, de 35 años, aún no ha decidido si acudirá a las urnas el próximo domingo. “Las dos respuestas están equivocadas. Si votamos No, nadie sabe qué puede pasar. Si votamos Sí, quién sabe qué medidas se aplicarán y cómo,” justifica.

Ajenos a la confusión que viven los griegos, turistas de todas las nacionalidades deambulan por el centro de la capital. “Hemos visto algo sobre un referéndum en las noticias y estamos pendientes de lo que pueda pasar,” asegura Pedro, que llegó anoche con su familia. Han tenido suerte y han encontrado un cajero con efectivo, del que han sacado 300 euros. Las tarjetas de bancos extranjeros no están sujetas al límite de 60 euros, que, en un país en el que la mayoría de establecimientos carecen de mecanismos de pago electrónico, suponen un quebradero de cabeza para muchos. La preocupación mencionada con más frecuencia son los medicamentos. “No podemos negarnos a que paguen con tarjeta, y menos en estos momentos,” asegura un farmacéutico. Pero muchos ancianos disponen únicamente de la cartilla del banco, y se verán probablemente forzados a recurrir a sus familiares.

En cualquier caso, una comisión especial de urgencia estudiará los casos de transacciones inaplazables que no se puedan realizar con tarjeta de crédito o por web-banking -en principio, los medios de pago electrónicos funcionarán con normalidad dentro del país-. El ministerio competente ya ha anunciado que las pensiones continuarán pagándose, y podrán ser retiradas en las oficinas de Correos, así como en determinadas sucursales del Banco Nacional.