Cinco años de guerra en Siria hacen temblar el espacio Schengen

Siete países europeos mantiene controles policiales en las fronteras interiores del espacio de libre circulación

Refugiados llegan bajo la lluvia a un campo próximo a Idomeni (Grecia), ayer.

Refugiados llegan bajo la lluvia a un campo próximo a Idomeni (Grecia), ayer.

SILVIA MARTINEZ

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La libre circulación de personas dentro del espacio Schengen es, junto al euro, uno de los logros europeos más visibles en seis décadas de integración. Un pacto que ha permitido viajar sin tener que sacar el pasaporte de la cartera o parar el coche en la frontera. La crisis humanitaria más grave que vive Europa desde la Segunda Guerra Mundial, debido a los desplazamientos provocados por la guerra de Siria, ha hecho temblar los cimientos de este gran espacio. Siete países europeos mantienen a día de hoy controles policiales aleatorios en sus fronteras interiores y no hay visos de que la normalidad vaya a regresar pronto a Europa.

“Sin control de las fronteras exteriores, Schengen pasará a la historia”, avisaba hace unos días el presidente de la UE, Donald Tusk, consciente de lo que se avecina si los gobiernos europeos no encuentran pronto una solución. La advertencia no es nueva. Hace meses que la repiten por activa y por pasiva. El último, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, que ponía cifras a las consecuencias del fin del espacio Schengen. Según las estimaciones de Bruselas, si los gobiernos optan por reintroducir de forma permanente los controles policiales internos, el coste en los 28 Estados miembros podría oscilar entre los 5.000 y los 18.000 millones de euros anuales. “Si Europa abadona Schengen, significará que Europa se da por vencida”, decía en enero el italiano Matteo Renzi.

EUROPA, SORPRENDIDA

El aluvión de refugiados huyendo de los bombardeos en Siria, la inestabilidad en los países vecinos o simplemente de la pobreza que se respira en los campamentos de JordaniaLíbano o Turquía sorprendió a Europa el pasado verano. Los gobiernos redoblaron entonces los contactos y organizaron cumbres y reuniones de urgencia para adoptar soluciones, especialmente a raíz de la dramática fotografía del niño sirio AylanAylan, muerto en una playa de Turquía en septiembre y que consiguió agitar la conciencia de los dirigentes europeos.

La canciller Angela Merkel respondió con especial generosidadAngela Merkel  abriendo de par en par las fronteras de Alemania para acoger a todos los sirios que quisieran llegar a su país. Miles de refugiados se echaron a los caminos con el objetivo de llegar a territorio alemán pero muchos Estados miembros empezaron a actuar por su cuenta para el cerrar los pasos fronterizos. La Hungría del ultraconservador Viktor Orban fue el primer país en construir una vallaHungríaViktor Orban y sellar la frontera. Su actitud fue recriminada al principio pero muchos vecinos empezaron a imitar sus medidas. Desde Austria, hasta Bulgaria o Macedonia.

Al margen de vallas y muros, siete países europeos introdujeron controles temporales para controlar la identidad de los viajeros. El primero, alegando la afluencia masiva de personas en busca de protección internacional, fue precisamente Alemania en septiembre pasado Alemania pero también lo hicieron AustriaDinamarcaNoruegaSueciaFrancia –debido al estado de emergencia tras los atentados terroristas- y Bélgica, el último en hacerlo tras el desmantelamiento de parte del campamento de Calaiscampamento de Calais hace unos días. Todos estos controles tienen fecha de caducidad –máximo ocho meses- pero los 28 trabajan ya en la posibilidad de permitir el cierre de fronteras hasta un plazo de dos años si la situación no se estabiliza.

Aunque recientemente la Comisión Europea ha presentado una nueva hoja de ruta para devolver la normalidad al espacio Schengen antes de finales de año, todo dependerá de lo que ocurra durante los próximos meses en Grecia. De momento, la UE ya ha dado por cerrada la ruta de los Balcanes occidentales convirtiendo al territorio griego en un gran campo de refugiados en el que se concentran más de 35.000 personas, sin posibilidad de seguir su ruta hacia Macedonia. Si la UE considera que Atenas sigue sin hacer todo lo posible para proteger sus fronteras exteriores con Turquía y las negociaciones con Ankara no dan resultado, la UE podría ofrecer la cobertura legal necesaria para prolongar los controles fronterizos hasta dos años y darle la puntilla a un espacio Schengen que hay quien ya ha dado por muerto.