FIN AL MAYOR EXPERIMENTO DEMOGRÁFICO DE LA HISTORIA

Adiós al hijo único

ADRIÁN FONCILLAS / PEKÍN

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China ha jubilado el mayor experimento demográfico de la Historia: la política del hijo único ha perfilado el desarrollo económico y social del país más poblado del mundo durante casi cuatro décadas. El plenario del Comité Central del Partido Comunista de China la abolió el jueves y permitió el segundo hijo para cualquier pareja. Supone la tardía constatación de una certeza: hace años que el país no necesita embridar la natalidad sino estimularla.

La noticia, publicada por sorpresa en la agencia estatal Xinhua, se justifica para «equilibrar el desarrollo de la población y responder al desafío de su envejecimiento». El desequilibrio de géneros o la reducción de masa trabajadora son otros desajustes demográficos de una ley a la que China también tiene mucho que agradecer.

La política fue aprobada en 1979, dos décadas después de que el país sufriera la peor hambruna de la historia moderna (entre 10 y 40 millones de muertos, según las fuentes) y tras muchos cálculos que incluían población, toneladas de grano y otros factores.

La ley cumplió sus objetivos: ahorró 400 millones de nacimientos a China y a todo el mundo, un desahogo en un contexto global de escasez de recursos. El país aún padece una relación crítica entre población y aspectos como tierra cultivable o reservas acuíferas, así que no es difícil imaginar el colapso con 400 millones de chinos más. La reducción de la pobreza mundial en las últimas décadas se concentra en China y habría sido imposible sin esa política.

SEGURIDAD SOCIAL

La ley frenó la demografía (la fertilidad rozaba los seis niños por familia a principios de los años 70), espoleó la economía y mejoró las condiciones de vida de la mayoría del pueblo. Pero muchos pedían en los últimos años que se le agradecieran los servicios prestados y se la jubilase. La liturgia se repetía anualmente en las vísperas de la Asamblea Nacional Popular o Parlamento: un experto proponía cambios, la prensa estimulaba el debate y el Gobierno subrayaba la necesidad de estudiarlo con pausa.

El cuadro actual no admitía más pausa. China es el primer país envejecido aún en vías de desarrollo. Cuenta con 210 millones de mayores de 60 años. Es un porcentaje del 15%, que subirá al 20% en el 2020 y al 38% en el 2050, lo que supondrá problemas inasumibles para la seguridad social. Las pensiones individuales medias han subido desde los 700 yuanes (100 euros) 10 años atrás a los actuales 2.000 yuanes (287 euros). La proliferación de ancianos, con una altísima cuota de ahorro, también dinamita el planeado viraje hacia un patrón económico basado en el consumo interno.

La mano de obra, que durante décadas ha empujado la locomotora china, perderá a 67 millones de efectivos entre el 2010 y el 2030. Y Pekín teme la conflictividad social de 40 millones de solteros que no podrán cumplir el deber confuciano de tener descendencia porque el país sufre el mayor desequilibrio del mundo entre géneros: 116 hombres por 100 mujeres cuando la media global bascula entre los 103 y los 107.

PRESIÓN A LA MATERNIDAD

Wang Feng, profesor de Sociología de la Universidad de California y director del mayor estudio sobre la política, cree muy improbable que la abolición de la política provoque un baby boom. «Es una pena porque muchas familias que solo tienen un hijo han perdido la posibilidad del segundo al llegar los cambios demasiado tarde. El contexto ha cambiado tanto que el alto coste de tener hijos y las decisiones personales de los jóvenes están poniendo mucha presión sobre la maternidad», señala por email.

China está desde principios de los 90 por debajo de la tasa de reemplazo (la fertilidad necesaria para que la población se mantenga a largo plazo). El país, con 1.370 millones de personas, cederá en el 2022 su centenario liderazgo demográfico a la India.

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