GRAN SEÍSMO EN AMÉRICA LATINA

Chile se estremece

Once personas mueren y un millón deben ser evacuadas a causa de un terremoto de 8,4 grados en la escala de Richter La historia del país se escribe también por sus desastres

ABEL GILBERT
BUENOS AIRES

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Los chilenos no se ponen de acuerdo sobre el origen de la palabra Coquimbo, con la que se denomina la región más afectada por el terremoto de la noche del miércoles. Unos especialistas dicen que proviene del pueblo diaguita. Otras creen que es de acepción quechua. Pero nadie duda de su acepción: coquimbo quiere decir «lugar de aguas tranquilas».

Los habitantes de esa ciudad puerto y los del adyacente balneario La Serena debieron percibir una perturbadora y desesperante incongruencia entre el nombre de la región y lo que sucedía en sus costas: las olas llegaron a ser de 4,5 metros de altura como consecuencia del tsunami. El terremoto, de 8,4 grados en la escala de Ritcher, volvió a enfrentar a Chile con la violencia telúrica.

Como consecuencia del sexto seísmo en intensidad en una historia de estremecimientos, murieron 11 personas. El seísmo tuvo una inusual duración de tres minutos que parecieron no extinguirse. Y después, vinieron 97 réplicas, una de ellas de 7 grados. Un millón de personas fueron evacuadas. Unos 243.000 hogares se quedaron sin energía eléctrica.

Todo comenzó a las 19.54 horas en una noche que parecía normal. Las vísperas de las fiestas patrias generan un trasiego especial hacia la costa: muchas familias van al mar a descansar. Pero del mar llegaron esas olas gigantes mientras la tierra se revolvía, los edificios inteligentes se curvaban y las casas pobres de adobe se agrietaban o caían.

Fechas de desastres

El terremoto siempre devuelve a la sociedad un espejo en el que no es grato mirarse, el de la cultura de la fatalidad, esa que espera que siempre ocurra algo en el momento más impensado. La tierra es otra manera de fijar una frontera en Chile, la que establece la violencia tectónica. La historia de este país se escribe también con la fecha de los desastres.

El 1960 remite a Valdivia y a los 9,5 grados que trajeron consigo el peor movimiento telúrico de los últimos 150 años, con miles de muertos. Y el terremoto de 1985 en Santiago (177 decesos, 2.575 heridos y 142.489 viviendas destruidas); el seísmo de Tarapacá, en el 2005 (11 muertos); el 7 de febrero del 2010, el terremoto fue de 8,8 grados y tuvo epicentro en las regiones centro y sur. Provocó enormes daños desde las regiones de Valparaíso a la Araucanía. Se contabilizaron 156 muertos, 25 desaparecidos, 500.000 viviendas destruidas y 2 millones de damnificados.

Es por eso que los chilenos generaron una suerte de estoicismo colectivo, un estado de sospecha permanente ante la posibilidad del desastre. Esa cultura de la fatalidad a veces se conjuga con el sentido del humor. De otra manera no se puede entender que «terremoto y réplica» sean modos de llamar a una bebida que se hace con vino barato y helado de piña.

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