Charlotte pone de manifiesto la inacción de Obama hacia el problema negro

Un congresista atribuye los disturbios al "odio" de los manifestantes hacia la población blanca

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Ya no tiene que dar explicaciones a nadie ni nada que perder. A Barack Obama le quedan dos telediarios en la Casa Blanca, pero también durante los disturbios de Charlotte se ha mantenido en un distante segundo plano, la norma desde que comenzaron las protestas por la brutalidad policial hace más de dos años. Salvo en un puñado de intervenciones puntuales, Obama ha renunciado a ser la conciencia moral de las disparidades raciales, y el agente del cambio que sus conciudadanos negros esperaban. El jueves se limitó a reclamar a los manifestantes que rehúyan la violencia: “La forma en la que cambiamos el sistema nos exige que nuestro mensaje llegue a toda la sociedad americana y para eso tiene que hacerse de forma pacífica”

Su Administración fue la primera en situar a un hombre y una mujer negros al frente de la fiscalía general del Estado y durante su mandato se ha normalizado la presencia de rostros de color en los puestos más altos del Gobierno. Pero como dejó claro en una entrevista en el 2012, Obama se ha cuidado mucho de mostrar una sensibilidad distinta hacia la cuestión afroamericana, pese a los horrores del pasado y las deficiencias del presente. “Yo quiero que todos los americanos tengan oportunidades. No soy el presidente de la América negra, sino de los Estados Unidos de América”, dijo tras ser preguntado por qué no había hecho más para ayudar a las empresas negras.  

CON LA BOCA PEQUEÑA

Ante el constante martilleo de abusos policiales, que alguna vez ha criticado con la boca pequeña, el líder estadounidense puso en marcha en el 2014 un grupo de trabajo para buscar soluciones. Activistas por los derechos civiles y altos cargos de las fuerzas del orden presentaron un informe con numerosas recomendaciones, como el uso de cámaras para grabar las operaciones policiales y la eliminación de los incentivos que llevan a la policía a realizar arrestos y poner multas de forma desproporcionada, especialmente a las minorías.

Algunos departamentos de policía las han adoptado, pero en todo el país hay nada menos que 18.000. “El cambio va demasiado lento”, reconoció Obama en julio. Más que cambiar la conducta policial, hay que cambiar la cultura de un importante segmento de la población que sigue albergando los prejuicios de antaño. Al congresista republicano por Carolina del Norte Robert Pittinger se le preguntó el jueves los “agravios” de los manifestantes de Charlotte. “Esa gente odia a los blancos porque la población blanca tiene éxito y ellos no”, dijo antes de sugerir que es el “Estado del bienestar” el que ha condenado a los negros a la “servidumbre”. Más tarde Pittenger pidió perdón, pero su argumento es viejo y representativo de lo que piensan todavía algunos blancos: que los negros son vagos y se dedican a chupar del bote del Estado.

Obama ni siquiera ha terciado en la principal demanda de los manifestantes de Charlotte: exigen que se haga público el vídeo de la muerte de Keith Scottmuerte de Keith Scott. Ese vídeo se ha mostrado a la familia del afroamericano abatido a balazos y, según ha dicho, no aporta pruebas de que fuera armado, como sostiene la policía. Por el momento, las autoridades se niegan a hacerlo público.