Cameron en la recta final

El líder conservador cambia la indumentaria y gana en las encuestas cinco puntos

Cameron habla con votantes en el Secret Garden Café de Manchester.

Cameron habla con votantes en el Secret Garden Café de Manchester.

BEGOÑA ARCE / LONDRES

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Primero se quitó la chaqueta del traje azul oscuro, con el que iba demasiado impecable. Después eliminó la corbata. Al día siguiente, apareció con el primer botón de la camisa desabrochado y las mangas remangadas. Desde que fue acusado de hablar como un contable en los actos electorales, con una falta de apetito y pasión evidentes, David Cameron ha ido cambiando su indumentaria. Y quizás el hábito no haga al monje, pero esa nueva imagen, de quien se ha puesto manos a la obra, dispuesto a enfrentarse con lo que haga falta, parece estar dando resultados.

El último sondeo de Ipsos MORI, ha registrado por primera vez cinco puntos de diferencia a favor de Cameron. Los conservadores, hasta ahora empatados prácticamente con los laboristas, obtienen en la encuesta un 35% de votos, frente al 30% del partido de Ed Miliband. Un indicio, quizás, de que a última ahora los ciudadanos, tentados por ejemplo, por el UKIP, se lo están pensando mejor y puden cambiar de parecer. La formación de Nigel Farage ha ido perdiendo impulso en las últimas semanas. De momento, está estancada en el 10% de votos. Para el partido en el Gobierno, es siempre difícil incrementar su mayoría de una elección a otra. Los conservadores están al menos consiguiendo retener el voto que obtuvieron en el 2010. Los liberales demócratas, con el 8%, se han recuperado ligeramente y han ganado un punto. ¿Podría Cameron repetir la fórmula de un Gobierno de coalición con Nick Clegg? De momento, parece difícil, pero no definitivamente descartado.

Sin convencer

A la hora de hacer un balance de los cinco años de Cameron al frente del Ejecutivo, Tim Bale, profesor de ciencias políticas de la universidad Queen Mary de Londres, estima que «el partido conservador no ha convencido al país aún, de que defiende los intereses de la gente común y corriente y de que es un partido más de centro que de la derecha». Bale, que ha escrito dos libros sobre la historia reciente de los tories, piensa que los ciudadanos no tienen la sensación de que la factura de la crisis se haya distribuido equitativamente. «Cameron no ha convencido a la gente de que los recortes que ha hecho son justos, incluso aunque admitan que son necesarios», señala en una entrevista a EL PERIÓDICO. La diferencia entre pobres y ricos ha aumentado. La sociedad es hoy más desigual que hace cinco años. La precariedad de los salarios y del empleo también se ha incrementado, pese a bajar el paro.

El gran error de Cameron, según John Crace, columnista de The Guardian, lo cometió con Escocia, por «tratar de jugar duro con Alex Salmond y no dar a los escoceses la oportunidad de una tercera opción», la Devo Max (la autonomía fiscal para los escoceses) en el referendo. Lejos de enterrar las aspiraciones separatistas tras la victoria del no durante una generación, como era incialmente el plan, los nacionalistas han cuadriplicado sus seguidores. La líder del Partido Nacional Escoces (SNP) Nicola Sturgeon, está hoy en la impensable posición hasta hace poco de poder impedir que Cameron siga en Downing Street.

Rehén de su partido

Otro de los dramas del primer ministro es el haber sido un rehén de su propio partido, especialmente en el tema de Europa. La posición de muchos diputados conservadores es casi idéntica de la de Farage y el UKIP. Cameron espera teóricamente retener al Reino Unido en Europa gracias a la negociación de una reforma sin agenda y con pocas perspectivas de salir adelante. «La guerra civil de los tories sobre Europa no ha terminado», advertía hace unos días un conocido comentarista político. «Estamos en un armisticio que va a finalizar en torno a las 22.00 horas de la noche de la elección», el momento en que cerrarán los colegios. El referendo sobre la la UE que el primer ministro -entre la espada y la pared- se vio obligado a prometer, es motivo de inquietud en los medios financieros.

«Yo no tacharía a Cameron como un fracaso, ni mucho menos», señala Bale. «Lo que ha ocurrido es que ha sido incapaz de modernizar el Partido Conservador, cambiar su imagen, de la manera en la que prometió hacer cuando fue elegido líder». Los conservadores no han conseguido ganar una elección en los últimos 23 años. La razón, según Kenneth Clarkeministro de Finanzas con John Major, quien ha ocupado la cartera de Justicia con Cameron, es que su partido «se ha inclinado mucho más a la derecha». «Espero que David continúe tratando de cambiar este en el futuro», resumió.

Clarke es también crítico con el balance económico del Gobierno. «Seguimos sin haber creado una economía equilibrada, moderna y competitiva, que pueda empezar a producir crecimientos estables de los niveles de vida». Lo que la gente quiere «son soluciones rápidas y simples». La recuperación económica es «buena en este momento, pero muy frágil y pronto puede quedar barrida si empezamos a hacer estupideces», apuntó

Cameron no pasará a la historia como un líder carismático al estilo de Winston Churchill Margaret Thatcher. Demasiado esnob, demasiado elitista, demasiado distante, ha sido acusado de carecer de verdaderas convicciones. Ya ha anunciado que de lograr continuar otros cinco años como primer ministro, está será su última legislatura. De cara al próximo jueves, Cameron y Miliband se encuentran en la misma tesitura. O bien pueden formar Gobierno o de lo contrario pierden el liderazgo de sus partidos. Uno de los dos tendrá que marcharse, pero no sabemos cuál será.