Cameron se embarca en una lucha contra el yihadismo interno

David Cameron, con su equipo, de camino a la Cámara de los Comunes.

David Cameron, con su equipo, de camino a la Cámara de los Comunes.

BEGOÑA ARCE
LONDRES

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Las fuerzas islamistas que combaten en Siria e Irak y la radicalización de jóvenes de diversos países preocupan cada vez más al Reino Unido. Con cientos de británicos combatiendo como yihadistas, y tres días después de elevar el nivel nacional de alerta terrorista de «sustancial» a «severa», el primer ministro David Cameron presentó un paquete de medidas para impedir el regreso de los extremistas que se han marchado a luchar. La propuesta también  incluye nuevas disposiciones para vigilar y seguir los movimientos de  los que han logrado volver a suelo británico o de los sospechosos de cualquier conexión terrorista.

Es un endurecimiento de la actual normativa sobre el que los partidos políticos no se ponen de acuerdo. Unos cuestionan su legalidad y eficacia; otros creen en cambio que no va lo suficientemente lejos para atajar lo que Cameron describió como «una gran amenaza para el estilo de vida británico». «Es aberrante que la gente que se declara lealtad a otros pueda volver al Reino Unido para convertirse en una amenaza  a nuestra seguridad», señaló.

En el curso de una intervención en la Cámara de los Comunes, Cameron propuso dotar de poderes temporales a la policía para que pueda confiscar los pasaportes de los presuntos yihadistas británicos, negándoles así la entrada en el país. Hasta el momento es el ministerio del Interior quien tiene la potestad de retirar los pasaportes en nombre de la Corona. Pero la policía de fronteras no puede hacerlo. Cameron también quiere impedir a los combatientes volver al Reino Unido y desea otorgar a las fuerzas de seguridad poderes para recolocar a los sospechosos con el fin de aislarlos.

ESCEPTICISMO / Unas  restricciones de movimiento y que ya puso en práctica el gobierno laborista de Tony Blair y Gordon Brown bajo el nombre de «Órdenes de  control» y que el Gobierno actual revocó cuando llegó al poder. Cameron propone también programas obligatorios de «desradicalización» para los sospechosos.

El primer ministro británico indicó que se exigirá a las compañías  aéreas la entrega obligatoria de la lista  de pasajeros que viajan en sus vuelos con tiempo suficiente para que puedan ser revisadas, o de lo contrario sus aviones no podrán aterrizar en los aeropuertos británicos. Esa obligación ya existe desde hace tiempo en otros países, incluido España. «La exportación del terrorismo es una amenaza directa para cada país europeo», señaló. Las autoridades calculan que hay unos 500 británicos luchando con los extremistas islámicos. Un grupo «que viene a sumarse a 700 de Francia, 400 de Alemania y varios cientos más de países incluidos en Canadá, Austria, Dinamarca, España, Suecia, Bélgica, Holanda y Australia», añadió el primer ministro. Cameron pidió una acción internacional coordinada para «atacar este problema de radicalización».

La OTAN analizará el peligro que implica para el mundo el grupo radical del Estado Islámico en la cumbre prevista para esta semana en la ciudad galesa de Newport.

Las nuevas propuestas fueron recibidas con escepticismo y sospechas de que se han elaborado demasiado a la carrera en un clima de creciente tensión. Cameron y el viceprimer ministro, el liberaldemócrata Nick Clegg, estuvieron discutiendo el paquete hasta una hora antes de ser anunciado en la Cámara.

APÁTRIDAS / Una de las dudas legales es si la retirada del pasaporte equivaldría a la retirada de la nacionalidad, lo que implicaría convertir al sospechoso británico en un apátrida. Aunque teóricamente no sea eso lo que pretende el Gobierno, el individuo en cuestión se quedaría sin pasaporte y sin documentación en otro país.

El exlíder liberaldemócrata Menzies Campbell preguntó quién va a decidir la prohibición de regreso de un extremista y si esa decisión sería apelable. El que fue hasta hace poco más de un mes fiscal general del Reino, el conservador Dominic Grieve, advirtió de que una medida así puede ser ilegal según las normas británicos y las internacionales.

Lo cierto es que la amenaza terrorista está tensando el ambiente, especialmente en Londres. Al incremento de los niveles de alerta se sumó un mensaje en Twitter el domingo advirtiendo de la inminencia  de un ataque en el metro y recomendando a los londinenses no tomar ayer ese medio de transporte. La advertencia era falsa, pero contribuyó a aumentar la ansiedad y miedo.