Experimento policial en Camden

La ciudad más violenta de EEUU, mejora la seguridad tras desmantelar la policía local y ponerse en manos de un cuerpo regional

Mejora en la comunicación 8Un agente junto a un residente en la ciudad de Camden (Nueva Jersey).

Mejora en la comunicación 8Un agente junto a un residente en la ciudad de Camden (Nueva Jersey).

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Camden no volverá a ser definida como la ciudad más violenta de EEUU entre las de su tamaño. El sambenito, que el FBI colgó por última vez en febrero a esta localidad de 77.000 habitantes en el este de Nueva Jersey, se lo ha quitado de encima con un experimento policial que lleva 20 meses llamando la atención del país y generando alabanzas, especialmente ahora que las actuaciones policiales están en el disparadero por las muertes a manos de agentes blancos de Eric GarnerMichael Brown y otros negros desarmados. Pero en el logro hay truco: al desmantelarse la policía local y ponerse la seguridad en manos de un cuerpo regional, el FBI no podrá comparar sus estadísticas con las de otros municipios.

No hay muchos en la ciudad que nieguen que las cosas han mejorado en seguridad desde que se decidió dar el inédito paso de acabar con el cuerpo de policía local para, en mayo del 2013, establecer uno del condado. De momento, sus 400 agentes solo se ocupan de la seguridad del municipio, que se ha regado también de cámaras (121) y otros avances tecnológicos como un sistema que a través de micrófonos registra si se produce un tiro, permite identificar dónde y envía a las patrullas más cercanas.

Junior, un dominicano de 24 años que lleva trabaja en una bodega en la calle State, constata que hace «un par de años atrás la cosa era fuerte aquí, había mucho loco en la calle, , ahora la gente incluso pasea por la noche». Lo ratifica Patricia Frye, mujer negra de 50 años que vive en el barrio de Whitman Park -paradigma de una ciudad donde casi el 40% de la población vive bajo el umbral de la pobreza-. «No se ve tanta venta de droga en la calle. La policía se deja ver», dice en un porche frente al que está una de las 3.400 casas y edificios abandonados en la ciudad.

«No somos guerreros»

«Queremos ser guardianes, no guerreros», decía esta semana J. Scott Thomson, el jefe de la nueva policía (y de la antigua), que cree que el mayor éxito no es solo la tecnología o haber conseguido contratar más agentes con el mismo presupuesto gracias a la ruptura del anterior convenio sindical sino quitarlos de tareas administrativas, ponerlos en la calle y cambiar el enfoque de cómo se patrulla. «No se trata de militarizar los barrios sino de caminarlos, presentarse puerta a puerta, ganar corazones y mentes».Las estadísticas apuntan a que el cambio está funcionando. De los 67 asesinatos en el 2012 -que hacían de Camden una ciudad con una tasa de muertes violentas más alta que Honduras-, se ha pasado a 32 este año, cuando se han registrado un 20% menos de crímenes violentos que en el 2012. Pero también aquí hay truco. Se compara la situación actual con uno de los puntos más bajos de la ciudad «pero los números de hoy son similares a los del 2008, 2009 y 2010», antes de que los recortes forzaran el despedo del 46% de los agentes, según Stephen Danley, profesor de Política Pública y Administración en la universidad de Rutgers.

«Pueden jugar con las estadísticas para decir lo que les conviene pero yo conozco la realidad ahí fuera y muchas cosas no han cambiado, hay sitios a los que no van», decía un ciudadano negro mientras esperaba el autobús. Como él, dos jóvenes que pidieron ser identificados como José Papito, miraban con recelo a dos policías de patrulla. «No han hablado con nosotros. Y es cierto que la gente se atreve a pasear más, pero sigue habiendo droga y asesinatos. El último, hace tres días».Ellos son parte de la población molesta, también, por la aplicación creciente de la política de broken windows (ventanas rotas), que persigue los pequeños delitos supuestamente indicativos de potenciales crímenes pero que, como recuerda Danley, «crea relaciones raciales problemáticas, especialmente con los negros». Por ejemplo, en cuatro meses, 99 personas fueron multadas en Camden por no llevar timbre en sus bicicletas. Se critica también la composición de una policía menos diversa en una ciudad con el 95% son hispanos y negros (solo el 43% de los agentes son de minorías).

Howard Gillette, profesor de Historia en Rutgers, pide también cautela. «No hay razón para pensar que la policía por sí sola puede solucionar el problema. La tasa de pobreza sigue siendo extraordinaria, como la de desempleo» (el 16%, casi triple que la media nacional). «Esos son frentes más difíciles de arreglar», remachó.