POLÉMICA 'PERFORMANCE'

Calvario LGBT en Brasil

La 'crucifixión' de una modelo transexual en un multitudinario desfile en Sao Paulo desata la ira de sectores religiosos

Contra la homofobia 8 Viviany Beleboni, durante el desfile, el pasado domingo en Sao Paulo.

Contra la homofobia 8 Viviany Beleboni, durante el desfile, el pasado domingo en Sao Paulo.

EDU SOTOS / RIO DE JANEIRO

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Suele decirse que una imagen vale más que mil palabras. El pasado domingo, la imagen de la modelo transexual brasileña Viviany Beleboni con el rostro ensangrentado, corona de espinas y simulando una crucifixión similar a la de Jesucristo, resultó el colofón del desfile de dos millones de personas en el 19º Desfile LGBT de Sao Paulo, el mayor acontecimientto de este tipo en el mundo.

Sin embargo, el atrevimiento de la performance, que únicamente pretendía denunciar el «calvario» del colectivo LGBT (lesbianas, gais. bisexuales y transexuales) en un país caracterizado por su doble moral, ha provocado bastante más que mil palabras, la mayoría de ellas insultos e incluso amenazas de muerte. «Me han dicho que me matarán, que debería sufrir un cáncer y que debería ser crucificada de verdad», explica a EL PERIÓDICO la joven, de 26 años, quien asegura «sentir pánico» de salir a la calle o atender números desconocidos en el móvil.

No es para menos. Según los datos de la oenegé Transgender Europe, entre el 2008 y el 2013 Brasil registró 486 asesinatos de travestidos y transexuales. Unas cifras escalofriantes que se quedan cortas en comparación con las que ofrece la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales de Brasil (Antra), 121 víctimas tan solo en el 2013. De hecho, Brasil es el país número uno en muertes violentas del colectivo LGBT, con una media de un asesinato cada 28 horas. De cada cinco víctimas de la homofobia en el mundo, cuatro son brasileñas.

Como Beleboni relata, la religión juega un papel fundamental en el rechazo social, la violencia y el desamparo en torno al colectivo LGBT en Brasil. «Gran parte de la Iglesia evangélica y sus representantes en el Congreso no quieren que las leyes reconozcan nuestra situación, sino un pueblo fanático e ignorante que les vote con fervor», dice en referencia a los diputados de la llamada bancada evangélica del Congreso, cuya popularidad e influencia en la política del país se apoya en una creciente base social que en la actualidad abarca el 22,2% de la población.

Una vez más, el discurso homófobo del diputado evangélico del Partido Social Cristiano (PSC) Marco Feliciano, quien llegó a presidir la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento, encendió las redes sociales tras el desfile de Sao Paulo. Su texto de denuncia fue compartido por 546.000 personas aquel día. «Imágenes que chocan, agreden y hieren. Es libertad de expresión, dicen ellos. ¿Se puede blasfemar en la puerta de una iglesia? ¿Se pueden meter un crucifijo en el ano? ¿Se pueden utilizar símbolos cristianos como ropa interior? ¿Soy yo el intolerante, no?», escribió el político en Twitter.

Petición de prisión

Pero no solo el sector evangélico reaccionó con contundencia. Brasil es la mayor reserva católica del mundo, con 164 millones de fieles cuya máxima representación, la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB, por sus siglas en portugués), exigió el pasado jueves la aplicación del artículo 208 del código penal, que prevé penas de prisión de entre un mes y un año para aquellas personas que «menoscaben públicamente un acto o un objeto religioso». Además, el arzobispo de Sao Paulo, Odilo Scherer, al que muchos daban como nuevo Papa en la elección del 2013, recordó en un mensaje escrito en su muro de Facebook que «si se quiere respeto, se debe respetar».

«Mi mensaje era de amor y de apoyo a todos los que sufren en este país y en el mundo. Por desgracia, consiguieron distorsionarlo todo y poner a la gente en mi contra», lamenta la modelo. Sin embargo, Beleboni no está sola. El próximo 28 de junio, diferentes colectivos LGBT intentarán repetir la acción de Sao Paulo en el Desfile LGBT de Río de Janeiro, en la playa de Copacabana.

«En Río de Janeiro todos deben ir bien crucificados porque una Beleboni en Sao Paulo es poco. Tiene que haber más», explica el evento creado en Facebook y que el sábado ya sumaba 400 personas. La imagen de Beleboni tuvo un poder hasta entonces nunca visto en Brasil. Del tiempo dependerá que esta se convierta en la imagen del Brasil tolerante del siglo XXI o en la de una mártir de la homofobia en el país, una más.

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