La UE busca doblegar el desafío planteado por el Gobierno griego

El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, observa a su homólogo griego, Yanis Varoufakis, el jueves en Berlín.

El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, observa a su homólogo griego, Yanis Varoufakis, el jueves en Berlín. / AA

ELISEO OLIVERAS

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La Unión Europea (UE) busca doblegar al nuevo Gobierno griego de izquierdas para que acepte seguir aplicando el programa de recortes y reformas impuesto durante los últimos cinco años por la troika —Comisión Europea, Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI)— y que ha castigado a los trabajadores, mientras que la oligarquía y las élites del país escapaban a los ajustes y a los sacrificios.

El intento del ministro de Finanzas griegos, Yanis Varoufakis, de convencer ayer a Alemania para que aceptara su plan de reorientar el programa de ajuste fracasó y el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, rechazó suavizar las medidas adoptadas o prescindir de la troika.

La abrupta decisión del BCE de recortar a partir del 11 de febrero la liquidez a los frágiles bancos helenos ha sido la primera advertencia a Syriza de que no puede cambiar unilateralmente las reglas de la eurozona, ni los compromisos en que se ha basado el rescate griego de 240.000 millones, y de que debe negociar una prórroga de la ayuda financiera en las condiciones fijadas por sus socios en el Eurogrupo.

El primer ministro griegoAlexis Tsipras, replicó que su país no se plegará al «chantaje», por lo que la cumbre europea del 12 de febrero se augura muy tensa. Schäuble no se mostró impresionado. «Respeto los resultados electorales. El problema es cuando se hacen promesas que no son realistas a costa de terceros». Varoufakis, por su parte, recordó a sus socios europeos que la tercera fuerza política griega «es un partido nazi. Deben elegir a quién quieren ayudar», advirtió.

DECISIÓN ARRIESGADA

La decisión del BCE, que ha requerido el aval de la mayoría de los bancos centrales de la eurozona, es una maniobra política de alto riesgo, que podría precipitar el hundimiento del sistema financiero griego y arrastrar al resto de la zona euro a una nueva tormenta financiera de consecuencias imprevisibles. El anuncio del BCE puede acelerar la retirada de fondos de los bancos griegos, que se elevó a 4.000 millones en diciembre y a 11.000 millones en enero, y el derrumbe de su cotización bursátil, lo que podría conducir al colapso del sistema bancario heleno.

Aunque los bancos griegos pueden recurrir a la línea de financiación de emergencia a través del banco central griego, el coste de esos préstamos es del 1,55% frente al 0,05% que cobra el BCE, y el presidente del BundesbankJens Wiedmann, avisó ayer que esa línea de emergencia es limitada y que no puede utilizarse para que la banca helena siga financiando el funcionamiento del estado a través de la compra de deuda pública.

La gira diplomática europea emprendida por Tsipras y Varoufakis, de la que erróneamente se excluyó a la cancillera alemana, Angela Merkel, se ha saldado con un rotundo fracaso. Tsipras y Varufakis, que esperaban conseguir una alianza con Italia y Francia contra la rigidez alemana, solo han logrado buenas palabras, pero nada concreto.

APOYO AL BCE

Tanto el presidente francés, François Hollande, como el primer ministro italiano, Matteo Renzi, respaldaron ayer la decisión del BCE, que supone un mazazo a los planes griegos de disponer de varios meses para negociar un nuevo acuerdo con el Eurogrupo. La decisión del BCE «es legítima», declaró Hollande, mientras que Renzi calificó la medida «de legítima y oportuna» y recordó que «hay que respetar y hacer respetar los compromisos» adquiridos.

La Comisión Europea, asimismo, se alineó con Alemania y el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, declaró que «todos los socios europeos de Grecia quieren que los compromisos asumidos por el país se respeten». Moscovici defendió mantener el papel de la denostada troika, algo que rechaza Atenas.

El inicio de la rueda de prensa de Schaüble y Varoufakis ya fue claramente sintomático de la distancia que separa ambos Gobiernos. Hasta en las bromas se manifestaron las discrepancias. «Solo estamos de acuerdo en nuestro desacuerdo», dijo Schäuble. «Yo creo que ni siquiera en eso estamos de acuerdo», replicó Varoufakis.