Boston rinde homenaje a las víctimas del atentado en el maratón

Un año después de que dos bombas caseras estallaran junto a la línea de meta del maratón de Boston, la ciudad rindió ayer un solemne homenaje a las cuatro víctimas y los 260 heridos del atentado terrorista. Allá donde explotaron las bombas a presión, el cardenal O'Malley recitó una plegaria, mientras en un centro de convenciones se escuchó a algunos supervivientes y a dignatarios como el vicepresidente, Joe Biden. Las secuelas de la tragedia persiguen todavía a muchos. Ansiedad, estrés postraumático, depresión, sordera, desórdenes alimentarios. Pero la semana que viene, como lleva sucediendo desde 1897, Boston volverá a celebrar el maratón, el más prestigiosa del mundo.

La solidaridad y las ayudas públicas y privadas han permitido a los bostonianos mirar hacia el futuro con optimismo. El lema Boston Strong ha sido una presencia ubicua, y cada nuevo paso de las 16 personas que perdieron las piernas se ha celebrado como una victoria colectiva. «Un año después proclamamos nuestra deuda con los hombres y mujeres que siguen inspirándonos, al sostenerse, andar, bailar y correr de nuevo», dijo el presidente Barack Obama en un comunicado. «Con cada nuevo paso, nuestro país se emociona por la resistencia de una comunidad y una ciudad».

Dzhokhar Tsarnaev, el único de los dos hermanos acusados del atentado, criados en una familia de origen checheno, empezará a ser juzgado en noviembre. La fiscalía ha pedido para él la pena de muerte.

Ambos actuaron como lobos solitarios, imbuidos por la ideología del islamismo radical. Tsarnaev espera su suerte en una prisión militar situada a 56 kilómetros del lugar de los atentados.