Barbarie de los colonos

Un hombre inspecciona la casa atacada por los colonos en la que falleció quemado el bebé de 18 meses en la localidad palestina de Duma.

Un hombre inspecciona la casa atacada por los colonos en la que falleció quemado el bebé de 18 meses en la localidad palestina de Duma.

ANA ALBA /DUMA (PALESTINA)

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Saed, Riham y sus hijos Ahmad y Ali dormían tranquilos en una de las habitaciones de su casa, en el pueblo palestino de Duma, en Cisjordania. A las dos de la madrugada, presuntos colonos judíos rompieron la ventana del dormitorio y lanzaron dentro cócteles incendiarios. «Un vecino que se ha despertado por el ruido los ha visto, eran dos colonos enmascarados», explica Hasan Dawabsha, hermano de Saed, mientras se le escapan las lágrimas. «En seguida se ha incendiado todo. Saed ha ayudado a su mujer y a su hijo Ahmad, de 4 años, a salir. Todos han sufrido quemaduras graves. Pero al bebé, Ali, no lo han podido rescatar», cuenta Hasan.

Ali, de 18 meses, murió quemado, no hubo forma de sacarlo del infierno de fuego y humo. «He llegado diez minutos después del ataque. Saed estaba muy mal, le costaba mucho hablar, pero repetía que su hijo estaba dentro y que lo sacáramos pero o hemos podido», relata Hatem Dawabsha, pariente de las víctimas, con la cara desencajada.

Todo carbonizado

«Hemos tardado 15 minutos en derribar la puerta de la zona donde había menos llamas. Pero Ali ya estaba quemado. ¿Sabes cuál es la sensación de intentar salvar a alguien, a un bebé, y no poder?», pregunta Hatem, antes de romper a llorar. En la modesta casa de una planta de Saed, obrero de la construcción, y Riham, maestra, casi todo ha quedado carbonizado o dañado por el fuego. El hedor a quemado es penetrante.

La primera planta de la casa vecina, de tres pisos, está casi reducida a cenizas. Los colonos también lanzaron bombas en el dormitorio de los hijos de Mahmud Rashid Dawabsha, que muestra la destrucción de su hogar con pesadumbre y los ojos rojos. «Hemos tenido mucha suerte. No hemos pasado la noche en casa, estábamos en Nablus. Mis cinco hijos podrían haber muerto», señala mirando al cielo.

«No me importa el dinero ni la destrucción de mi casa, sino mis vecinos, el pequeño Ali, que está muerto». En una de las paredes externas de su edificio, los autores del crimen han dibujado una estrella de David con spray negro y han escrito en hebreo la palabra «venganza». En el muro del patio de la entrada, han grabado: «Larga vida al Mesías».

Duma, donde viven unas 3.000 personas que se dedican principalmente a la agricultura, está rodeado de asentamientos. El más cercano es el de Migdalim. Algunos testigos aseguran que los autores del ataque huyeron por el campo ubicado detrás de las casas quemadas, en dirección a la carretera que lleva a algunas colonias.

«Tienen impunidad»

En ese terreno, una patrulla de la policía de fronteras buscaba ayer algún rastro de los criminales, aunque en Duma nadie cree que los arresten. «Nunca lo hacen, los colonos tienen impunidad para atacarnos», comenta un joven del pueblo.

Lo mismo piensa el gobernador de Nablus, Akram Rajub, que intenta reconfortar a los familiares de las víctimas. «Esto solo puede describirse con la palabra crimen, como los que cometían los nazis. No entiendo como la UE no reacciona», subraya.

En las calles de Duma, donde la mayoría de los vecinos pertenecen al mismo clan, se respira dolor y una rabia contenida que solo toma forma de grito desgarrado cuando llega del hospital de Nablus el pequeño cuerpo de Ali, envuelto en un kufiyah (pañuelo palestino) y una bandera palestina.

Decenas de hombres lo acompañan con insignias palestinas y del movimiento Al Fatá. Solo una bandera verde de Hamás destaca en medio del cortejo fúnebre. Luego, en la mezquita, un puñado más de telas verdes se añaden a la procesión.

En medio de los rezos del viernes, irrumpe una caravana de coches. Llega el primer ministro palestino, Rami Hamdala. Los vecinos le hacen los honores, pero nadie parece sentirse muy reconfortado por las palabras de los líderes palestinos.

Al Tribunal Penal Internacional

El presidente palestino, Mahmud Abás, anunció ayer en Ramala que su Gobierno está «preparando inmediatamente este caso para enviarlo al Tribunal Penal Internacional» y denunciar «este crimen que forma parte de los cometidos por los colonos y el Gobierno israelí».

Abás recibió la llamada del primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, que le transmitió «la importancia de que hagamos causa común para darnos un mejor futuro, libre de violencia y de terror, un futuro de paz». Netanyahu calificó el crimen de «acto de terrorismo horrible y reprobable».

Desde la mezquita de Duma, el imán denuncia el apoyo del Gobierno israelí a los colonos y llama a las faciones palestinas a reconciliarse. Cuando acaba, la procesión lleva a Ali al cementerio y su cuerpo se une para siempre con la tierra.