LA POLÉMICA COMPOSICIÓN DEL NUEVO GOBIERNO DE SYRIZA

La política es aún cosa de un solo sexo

ALBERT GUASCH / BARCELONA

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Cuando José Luis Rodríguez Zapatero se declaró feminista a la práctica en el 2008 al formar un Gobierno de paridad, Silvio Berlusconi encontró una tentadora oportunidad de aventar su sarcasmo. «Demasiado rosa», le dijo en una conversación telefónica, seguro que entre risas. No consta que quien a la sazón era primer ministro italiano repitiera la bromita cuando su compatriota Matteo Renzi imitó el ejemplo socialista el año pasado. La afirmación de Berlusconi -que «la prevalencia de los hombres en la política italiana» no se cuestionaba- parecía haber pasado a mejor vida, o a otros continentes. Hasta que ha llegado Alexis Tsipras. La paridad se ha impuesto en los Gobiernos de Italia y en la Francia de François Hollande. En la nueva Grecia que pretende ir a contracorriente, las mujeres no tienen por ahora cabida.

La pequeña escandalera que ha armado la clase política española no habría sido la misma si el conservador Andonis Samarás hubiera logrado la reelección. Su último Gabinete no incluía ninguna ministra y nadie pareció reparar en ello. La vara de medir se ha cebado en Syriza, observado hasta ayer como un referente de la izquierda regeneradora, pero que de entrada ha desligado el progresismo económico del progresismo social. Un chasco.

«Es una mala señal para Europa», afirmó ayer Zapatero al ser interrogado por EL PERIÓDICO. «Supone una clara decepción para cualquier progresista, porque no hay políticas progresistas sin la participación de las mujeres», rebatió.

La decepción, la incomprensión y hasta la indignación se fundieron en las opiniones de los políticos y politólogos consultados por este diario. Todo un contraste con la indiferencia palpada en el resto de la UE -da que pensar- y también en la propia Grecia. Deben quizá pensar los griegos que existen otra preocupaciones más apremiantes que la igualdad.

Críticas de Podemos

Podemos, el partido hermanado con Syriza, no ahorró las críticas. «Una democracia completa no puede no contar con la mitad de la población para poder ser tal cosa», indicó en un comunicado el Área de la Mujer e Igualdad del partido. «El Gobierno griego tiene la responsabilidad de analizar por qué las mujeres no están protagonizando el liderazgo político en Grecia y, en particular, en Syriza, y consecuentemente desarrollar medidas que eviten que las mujeres se mantengan fuera del tablero político».

Su enfado fue compartido. Hasta se creó un hashtag en las redes sociales que tuvo amplio recorrido en España: #sinmujeresnohaydemocracia. «Es un retroceso en la conquista que habíamos logrado las mujeres en los últimos años», reflexionó Trinidad Jiménez, que fue ministra de Exteriores y de Sanidad con Zapatero. «Ningún Gobierno puede ser representativo de su sociedad si no incluye mujeres. No hay duda de que hay margen para el avance».

Ese fue un punto que compartieron las mujeres consultadas que ostentan o han ostentado cargos con responsabilidad: que el acceso de la mujer al poder político no es un camino pavimentado y completo. Los latigazos a Tsipras, de todos los partidos, se dan por descontados. «Es sorprendente que en pleno siglo XXI se pueda formar un Gobierno sin ninguna mujer», señaló la vicepresidenta del Govern, Joana Ortega, una de las 3 altos cargos femeninos de 12. «Es una anomalía democrática. Aún hay que hacer esfuerzos para incorporar al talento femenino».

Celia Villalobos, vicepresidenta primera del Congreso de los diputados y exministra de Sanidad del PP, no mostró comprensión con la decisión de Syriza. «Me parece fuera de lugar, especialmente después de luchar y buscar un espacio tantos años. Estoy muy sorprendida, tanto de que no haya una mujer como del hecho de que en Grecia nadie proteste». En el actual Gobierno de Rajoy, las ministras son 4 de 13. Parecido porcentaje al del Gabinete de Obama en EEUU, que es de 4 de 15.

Un informe reciente de la Comisión Europea cifraba en un 27% el número de ministras en la UE. «Nos queda a las mujeres mucho camino por andar», subrayó Villalobos. Una impresión que este informe respalda. De hecho, anima a los gobiernos y los partidos de los Veintiocho a «crear el contexto para que las mujeres estén representadas en política de forma justa». No debió leerlo Tsipras. «No es un buen inicio», remata la politóloga Cristina Manzano.