DECLARACIONES DEL FISCAL

El atentado en la fábrica francesa responde "exactamente" a las consignas del Estado Islámico

EVA CANTÓN

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Cuatro días después del macabro atentado en una fábrica francesa próxima a Lyon, los investigadores tienen claro que se trató de un acto terrorista y no de una venganza personal, como sostiene Yassin Salhi, autor de la decapitación del dueño de la empresa de reparto en la que trabajaba. 

El fiscal de París encargado del caso, François Molins, ha explicado este martes que el detenido admitió haber preparado con antelación su crimen y que intentó darle la “máxima publicidad” al colgar la cabeza de su víctima en la verja de entrada al recinto empresarial. “Esto corresponde exactamente a las consignas de Daesh, que llama regularmente a cometer actos terroristas en territorio francés y, en concreto, a decapitar infieles”, ha dicho Molins.

Además, las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad muestran a Salhi dirigiéndose a un hangar con la intención de inmolarse provocando numerosas víctimas en la explosión de la fábrica, donde había en ese momento 75 personas. No lo logró gracias a la rápida intervención de los bomberos, que pudieron reducirle mientras le escuchaban gritar Allah Akbar (Alá es grande). 

La policía ha seguido también el rastro a dos fotos que hizo minutos después de la decapitación. Una muestra el cuerpo del fallecido y la otra es el famoso selfie con la víctima que envió de manera instantánea vía WhatsApp, como si fuera un trofeo, a un amigo en Siria. Este último ha sido identificado como Sébastien Younnes V., de 30 años y originario de Besançon, localidad en la que el detenido vivió un tiempo. 

Conocido por los servicios secretos porque se fue a Siria en 2014, Younnes estaba regularmente en contacto con Salhi. En los registros efectuados en su entorno los agentes hallaron un teléfono con el que su familia le llamaba a Siria. La reconstrucción de las conversaciones del viernes 26 de junio revela que Younnes dice ser “una de las causas” por las que Salhi “ha hecho eso” y que ha pedido autorización al Estado Islámico para difundir las fotos.

“Todos estos elementos dejan ver un móvil terrorista en el comportamiento de Yassin Salhi”, ha continuado el fiscal, que ha abierto diligencias y pedido su detención provisional después de que comparezca ante el juez. El sospechoso se niega a dar una connotación religiosa a sus actos y se ha refugiado en una pretendida amnesia para no ofrecer demasiados detalles. 

Su versión es que tuvo una trifulca con su jefe y con su mujer (a la que no veía muy implicada en la vida religiosa, según testimonios de un vecino) y por tanto que los móviles del crimen serían puramente personales y no terroristas.

Vínculos salafistas

Para Molins ambas cosas no son excluyentes. Salhi estaba en el punto de mira de los servicios secretos desde el 2003, al gravitar en torno a un grupo salafista del departamento de Doubs, en el este de Francia. Ese año y el siguiente hizo varios viajes a Marruecos y Arabia Saudí.

En el 2009 vivió en Siria con su mujer y su hija y durante su estancia allí frecuentó una escuela coránica. El no lo niega, pero justifica que fue allí para aprender árabe. El Fiscal no se ha creído esta versión. “Cuando vas a una escuela coránica no es para aprender árabe. Es más bien para otra cosa”.