LOS ROSTROS DE LA GUERRA

Araur Saghir

El guerrero de la cara torcida que prefiere continuar con el combate

El combatiente Araur Saghir muestra su rostro a la cámara.

El combatiente Araur Saghir muestra su rostro a la cámara.

MARC MARGINEDAS

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Araur Saghir es, en realidad, el apodo de guerra de un combatiente de la oposición siria mutilado hace no mucho tiempo en el campo de batalla. Al igual que otros compañeros dekatiba(unidad de combate), en lugar de retirarse y lamerse las heridas en un lugar seguro lejos del frente, Araur prefiere continuar la lucha armada en la localidad de Khan el Asel, a unas decenas de kilómetros de la frontera con Turquía.

Y ello, pese a las graves secuelas que le produjo el disparo de un francotirador que, en su certera trayectoria, le atravesó limpiamente una de sus mejillas y le arrancó una pieza dental. Desde entonces, Araurel pequeño, -ese es el significado de la palabrasaghiren lengua árabe- tiene completamente inerme la mitad derecha de la cara, y la visión del ojo correspondiente limitada. No puede comer, tan solo absorber líquidos y sus incisivos superiores muerden casi con permanencia el labio inferior derecho, sin poder sentirlo siquiera. Cuando se acerca la hora de dormir, su párpado paralizado solo puede ser cerrado y abierto de forma manual, con la ayuda de una de sus extremidades. «Puede que en el futuro pueda recuperarme si me cuido», explica esperanzado, mientras retira las oscuras gafas de sol con las que se cubre el rostro.

OTROS LISIADOS/ Araur no es el único lisiado en sukatiba. También se deja entrevistar un joven de unos 20 años, que camina con la ayuda de unas muletas fabricadas a toda prisa con tablas de madera ensambladas con cuerdas, y un combatiente de rubias barbas a quien le fue amputada una pierna tras ser alcanzado por un tanque, y que mata el tiempo apurando cigarillo tras cigarrillo, y sorbiendo vaso de té tras vaso de té.

Los últimos éxitos de la katiba de Araur palían en alguna medida el sufrimiento causado por las heridas de guerra de algunos de sus integrantes. El inmenso edificio perteneciente a la escuela de policía cayó en manos de la oposición armada hace ya dos semanas, y los soldados lealistas que quedan en la zona se hallan a la defensiva, parapetados en una posición a la que se llega tras atravesar casas evacuadas y jardines destruidos. Si los combatientes opositores quieren provocarles, tan solo tienen que lanzar al aire un grito:La ilaha illa Allah (no hay más dios que Dios). De inmediato, se desencadena un intercambio de disparos que se prolonga al menos varios minutos.