Arabia Saudí se militariza

La tensa situación en la zona despierta el interés de Riad por tener la bomba atómica

Tropas saudís y de Pakistán la semana pasada en unos ejercicios militares.

Tropas saudís y de Pakistán la semana pasada en unos ejercicios militares.

EUGENI GARCIA GASCÓN / JERUSALÉN

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En febrero los saudís acogieron por todo lo alto al general Rashid Mahmoud, jefe de la Junta de Estado Mayor de Pakistán. Su encuentro central fue con el rey Salman, que apenas se había sentado en el trono unos días antes, pero el ilustre invitado se reunió también con otros altos responsables políticos y militares.

La visita del general paquistaní se produjo en el contexto de una lucha por la hegemonía de Oriente Próximo, una lucha que Estados Unidos ha consentido deliberadamente suscitando un enorme disgusto en sus principales aliados en la región, Arabia Saudí e Israel.

Estos dos países opinan que Obama está permitiendo que Irán vaya poco a poco apuntalando su dominio en la zona, moviendo las fichas de las minorías chiís en los países donde existen esas minorías, y acercándose más y más a las fronteras de Israel y Arabia Saudí.

La actitud de Washington, más visible durante los últimos años, ha hecho que la política saudí se vuelva más agresiva, como también ha ocurrido con Israel. Su reciente intervención en Yemen es una buena prueba de ello, como lo es la flamante decisión de crear una fuerza árabe de intervención rápida, una iniciativa que ha impulsado Riad.

El profesor Efraim Inbar, director del Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat, cree, no obstante, que no se puede hablar de hegemonía saudí en los mismos términos que de hegemonía iraní. «Arabia Saudí es una monarquía muy conservadora cuya mayor preocupación es mantener en el poder a la dinastía de Saud».

«En mi opinión, los saudís no buscan la hegemonía regional y no se arman con ese fin, sino que conducen una política defensiva que se basa en su propio miedo y en la defensa de la dinastía, y no en el ataque, y por eso están actuando en Yemen», explica Inbar.

GENEROSO APOYO

 Sin embargo, la visita del general Rashid Mahmoud ha vuelto a abrir especulaciones acerca del interés saudí por la bomba atómica, un interés que ha mostrado por lo menos desde principios de los años 70, es decir desde antes de la Revolución Islámica en Irán, cuando Teherán era un aliado de Riad y no representaba ninguna amenaza para los saudís.

De hecho, no es ningún secreto que Riad ha estado financiando el programa nuclear paquistaní durante décadas. Sobre esto hay un montón de informaciones. Por ejemplo, el general Feroz Hassan Khan escribió recientemente: «Arabia Saudí ha dado un generoso apoyo financiero que ha permitido la continuidad del programa nuclear paquistaní».

Por supuesto, no parece que Riad haya hecho esto desinteresadamente, y así lo admiten muchos analistas y expertos que señalan que no es casualidad que cada vez se hable más del inicio de un programa nuclear saudí. Un hecho que arroja una mayor preocupación es que los saudís disponen desde hace años de misiles chinos con capacidad para transportar ojivas nucleares.

El general israelí Amos Yadlin, que ha dirigido el servicio de inteligencia militar en su país, dijo recientemente de un modo muy expresivo que si Irán obtiene la bomba atómica, «los saudís no esperarán ni un mes. Ya han pagado por la bomba, así que irán a Pakistán y cogerán lo que necesiten».

Algunos analistas creen que el interés de los saudís por la bomba se ha incrementado no solo por la mayor influencia de Irán en la región, sino también por las llamadas primaveras árabes que han puesto en jaque regímenes como el de Egipto. Es decir, que a los numerosos frentes chiís hay que añadir la preocupación del llamado islam político.

ATIBORRARSE DE ARMAS

Estas circunstancias han propiciado que Riad no se conforme solo con atiborrarse de armas (es el primer comprador del mundo), sino que esté atiborrando de armas a sus aliados, o al menos a aquellos que no tienen recursos para hacerlo por sus propios medios, como es el caso de Egipto o el de las milicias rebeldes sirias, yihadistas o no, que combaten al presidente Bashar el Asad.

La desconfianza de los saudís hacia Irán ha pasado a mejor vida y nos encontramos en un estadio de abierta rivalidad militar, de ahí el papel cada vez más agresivo que ha adoptado Riad en todos los frentes chiís, desde Irak hasta Siria, pasando por Líbano y Baréin, y ahora Yemen.

«Existe un pacto suní de la misma manera que existe un pacto chií», dice el profesor Gerald Steinberg de la Universidad de Bar-Ilan, en Tel Aviv. «Los saudís ayudan a los sunís sirios tanto con inteligencia como con armas, incluidos misiles antitanque; y de la misma manera que los saudís financian el proyecto de defensa de Pakistán, los paquistaníes colaboran con los saudís en Yemen».

Desde la muerte el pasado mes de enero del anterior monarca saudí y el acceso al trono del rey Salman, existen indicios de que la política de Riad se está haciendo más belicosa. Esto se aprecia tanto en la reciente financiación de aviones de guerra franceses para Egipto, como en la intervención en Yemen o como en la creación de la fuerza árabe de intervención rápida.