América Latina se despide de Hugo Chávez

Los presidentes de la región reconocen al dirigente el papel que jugó en favor de la integración política

ABEL GILBERT / Buenos Aires

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"Siempre se siente la muerte, pero cuando se trata de un militante de primera línea, de alguien que alguna vez definí como 'el gobernante más generoso que haya conocido', el dolor tiene otra dimensión". Las escuetas palabras del presidente de Uruguay, José Mujica, tras conocer la muerte de Hugo Chávez podrían haber sido suscritas por varios de sus colegas de Latinoamérica. No hacía falta sintonizar ideológicamente con Chávez para comprender el impacto que tendrá su muerte en los esfuerzos regionales por diseñar una política común.

El Chávez que asumió el poder en 1998, en medio del descalabro interno, fue visto como una excentricidad pasajera por varios de los presidentes latinoamericanos de entonces. Con el cambio de siglo, la región constataría que aquel coronel paracaidista distaba de ser un episodio pasajero de la vida latinoamericana. El 'comandante' de verbo encendido acabaría dominando la escena regional. Se convertiría en el nombre de un peligro y una esperanza. La imagen de la provocación y el exceso.

Durante la Cumbre de las Américas celebrada en la ciudad argentina de Mar del Plata en la primavera del 2005, Chávez se encuentra en su máxima popularidad política: quiere ser un referente continental. Su ira se iría moderando a partir del 2010. Más allá de sus arengas antinorteamericanas, de su empatía con el cristianismo primitivo y con figuras tan equidistantes como los argentinos Ernesto Guevara y Juan Domingo Perón, el 'último' Chávez fue un presidente mucho más pragmático y comprensivo con la diversidad. Así lo ha entendido también Sebastián Piñera, el magnate chileno que llevó a la derecha al poder en Chile por el voto después de 50 años. "Fue un hombre profundamente comprometido con la integración de América Latina", ha reconocido.

Estuvo 13 años en el Palacio Miraflores. Durante ese periodo sedujo, negoció y se peleó con 32 jefes de Estado. A algunos los convenció de las bondades de su cruzada bolivariana. Los apoyó con parte de la renta petrolera venezolana. Con otros mandatarios aprendió a convivir.

Producto del desdén de EEUU

El chavismo es un fenómeno que ha respondido a razones históricas de Venezuela. Pero su influencia en varios países latinoamericanos es, en cierta medida, resultado del desdén de George Bush (a quien bautizó 'mister Danger') por todo lo que sucedía al sur del Río Bravo. Barack Obama intentó con mucha moderación reponer ese grueso fallo diplomático. Durante la primera Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago (2009), Obama prometió una nueva era de cooperación que nunca ha llegado. Aquella vez, Chávez le regaló al promotor de la buena vecindad un libro, 'Las venas abiertas de América Latina', de Eduardo Galeano. El insulto dirigido a los habitantes de la Casa Blanca daba lugar en el venezolano a la risueña pedagogía.

Fue durante la era Bush que Chávez impulsó la Alianza Bolivariana de los Pueblos (ALBA), que intentó integrar las economías de Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador. La Habana devino, desde ese momento, su segunda casa. La isla ha recibido durante estos años miles de barriles de crudo en condiciones altamente favorables. Hubo, además, un intercambio simbólico. Fidel Castro lo prodigó de consejos. Hizo sentir al bolivariano como parte de la genealogía revolucionaria.

Para Chávez, la "batalla", como la definía, era también cultural. Destinó gran cantidad de petrodólares para disputarle la hegemonía informativa a la CNN. Telesur fue una obsesión personal, como la consolidación de la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC). El año pasado, Venezuela se convirtió en miembro pleno de MERCOSUR.

Roussef: "Muere un gran latinoamericano"

"Tengo orgullo de haber convivido y trabajado con él por un mundo más justo", ha dicho el expresidente de Brasil Luiz Inacio 'Lula' da Silva. El brasileño siempre supo lidiar con el lado más impredecible de Chávez. Brasil fue un claro factor de contención y enseñanza. Tanto Lula como su heredera Dilma Rousseff siempre comprendieron la importancia estratégica de Venezuela y nunca la abandonaron. "Ha muerto un gran latinoamericano. Él dejará un vacío en los corazones y en las calles de América Latina", ha señalado Rousseff. La presidenta brasileña ya ha dado claras señales diplomáticas de que no abandonará a los sucesores de Chávez.

Brasil se ha convertido en un importante actor económico en Venezuela, lo mismo que la Argentina. En el año 2003, cuando asumió el poder Néstor Kirchner, las exportaciones argentinas eran de casi 140 millones de dólares. El año pasado, las ventas superaron los 2.200 millones de dólares. Los negocios y la empatía política han profundizado la alianza del kirchnerismo con Caracas, que provee a la economía argentina el gas que necesita para su funcionamiento.

En medio de los preparativos de las exequias de Estado no faltan los analistas que se preguntan cómo impactará a mediano plazo la ausencia del 'comandante', más allá de las fronteras venezolanas. Pero ahora es tiempo de condolencias. La cancillera colombiana, María Ángela Holguín, ha resumido esa sensación de perplejidad compartida. "Me produce una profunda tristeza y más porque venía trabajando muy bien con el presidente durante los últimos dos años. El mandatario venezolano fue un gran apoyo para el proceso de paz", ha apuntado.

Horas antes de que se conociera el deceso, el propio presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, informaba a su partido de los avances que se estaban registrando en el diálogo con las FARC. Chávez, en sus últimos años, jugó un papel relevante en el camino que llevó a la guerrilla y el Estado a sentarse a dialogar en la misma Cuba donde luchaba contra el cáncer.