Alianza espinosa

La búsqueda de EEUU de socios para atacar al Estado Islámico se enfrenta al embrollo de enemistades de la región más explosiva

El secretario de Estado, John Kerry, sobrevuela en helicóptero el territorio iraquí, ayer.

El secretario de Estado, John Kerry, sobrevuela en helicóptero el territorio iraquí, ayer.

ANDRÉS MOURENZA / ESTAMBUL

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«Una de las primeras cosas que aprendes en Oriente Medio es que el enemigo de tu enemigo no siempre es tu amigo», sentenciaba recientemente el secretario de Exteriores del Gobierno británico, Philip Hammond. La cuestión, en una región cruzada por conflictos y rencillas históricas, es quién puede servir de aliado en un momento en que EEUU y sus socios de la OTAN buscan voluntarios entre los estados musulmanes para no volver a involucrarse en el avispero iraquí -y sirio- con la imagen de potencias imperialistas.

Es cierto que el temor al Estado Islámico (EI) es compartido por todas las capitales de Oriente Medio, incluso en Arabia Saudí. Dirigentes políticos y autoridades religiosas musulmanas han condenado la crueldad y la ideología de este grupo yihadista en discursos y sermones desde Yeda a Estambul. Sin embargo, los Gobiernos de estos países aún se muestran recelosos a unirse a la coalición de fuerzas que atacará al EI en base a la estrategia presentada esta pasada noche por el presidente de EEUU, Barack Obama (de momento Francia sí ha confirmado su participación).

Las razones para son ello variadas y juegan en contra tanto cuestiones de política interna como la desconfianza que produce la Administración Obama en esta parte del mundo, bien por su dilación a la hora de actuar en Siria, bien por que, cuando EEUU ha actuado en la región, lo ha hecho sin consultar a los vecinos, por ejemplo en su campaña de ataques mediante drones en Yemen.

Para complicar más las cosas, Washington podría encontrar precisamente en Siria, o en Irán, a sus principales aliados para luchar contra el EI ya que como países con gran número de población chií son uno de los objetivos de los extremistas sunís, pero EEUU mantiene una larga trayectoria de enemistad con estos gobiernos. En cambio, sus socios tradicionales en la región -Turquía, Catar y Arabia Saudí- han sido quienes, jugando a aprendices de brujo y, repartiendo ayuda entre los rebeldes sirios más islamistas, han preparado el caldo de cultivo para el EI.

Turquía debería ser el aliado principal para el ataque y, de hecho, esta semana el jefe de la oposición, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu, instó al Gobierno del islamista Ahmet Davutoglu a unirse a la coalición para cumplir con el compromiso que supone ser «parte de la alianza occidental».

Dudas en Estambul

El Ejecutivo turco pide más acción contra el EI pero, en público, está atado de pies y manos desde que los yihadistas asaltaron el consulado de Turquía en Mosul (Irak) tomando como rehenes a 49 personas. Ankara ve con malos ojos el preeminente papel que adopta el grupo armado kurdo PKK en su lucha contra el EI en Irak y Siria. El secretario de Defensa de EEUU, Chuck Hagel, se reunió con las autoridades turcas pero no consiguió arrancarles ningún compromiso.

Obama ha enviado también al secretario de Estado, John Kerry, a Irak, Jordania y Arabia Saudí para tratar de sumar el apoyo de sus Gobiernos a una alianza que debe ser «lo más amplia posible» pues esta nueva campaña en Oriente Medio puede durar «meses o incluso años».