La agenda de Trump desafía las políticas de austeridad republicanas

Los líderes conservadores reaccionan con cautela a los planes de estímulo económico y aumento del gasto público del próximo presidente

Donald Trump el domingo en New Jersey.

Donald Trump el domingo en New Jersey. / periodico

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Durante los últimos ocho años de la presidencia de Barack Obama, los republicanos han hecho de la austeridad un dogma de fe, oponiéndose a cualquier aumento del gasto público y esbozando de forma catastrofista que, a menos que se reduzca pronto, la deuda acabará hundiendo a Estados Unidos. Esa retórica les sirvió para bloquear algunas de las políticas más ambiciosas de Obama, pero a partir de enero ya no tendrán a un demócrata en la Casa Blanca, sino a un republicano que pretende gastar a manos llenas para relanzar la economía del país. Aunque es pronto para saber cómo actuarán, por el momento le están concediendo a Donald Trump el beneficio de la duda. Algunos sacerdotes de la austeridad parecen dispuestos a quitarse la túnica.

El equipo de transición de Trump se disponía a hacer público el lunes un vídeo con las prioridades de su agenda política, una lista de la compra que se espera que incluya inversiones en infraestructuras, aumento del gasto en Defensa y una reforma fiscal para bajar los impuestos a la ciudadanía y a las empresas. Ese tipo de medidas equivalen paradójicamente a lo que los economistas de la izquierda llevan años proponiendo: un programa de estímulo keynesiano. “El compendio de propuestas adelantadas por Trump hará que explote la deuda”, le ha dicho al 'Washington Post', Maya MacGuineas, la presidenta del Comité para un Presupuesto Federal Responsable. Su organización estima que esos planes podrían añadir 5.3 billones de dólares (4.9 billones de euros) durante la próxima década a los 19.5 billones (18,3 billones de euros) que conforman actualmente la deuda pública. El Centro de Política Fiscal lo eleva a 7.2 billones (6,7 billones de euros).

Aunque Trump azuzó durante la campaña los miedos que genera el déficit y la deuda entre el electorado conservador, ha insistido en que la caída de la recaudación fiscal o el aumento del gasto en infraestructuras se compensará con un crecimiento anual cercano al 4%, aproximadamente el doble del actual. Muchos economistas desconfían de que pueda cumplirlo por más que ponga en marcha la desregulación prometida o congele la contratación de funcionarios. Pero más interesante todavía será ver si su partido le permite poner en marcha la agenda, lo que representaría un giro radical respecto a la ortodoxia fiscal de los últimos años, especialmente desde que el Tea Party irrumpió en 2010.

COMPENSAR EL DÉFICIT

“Si priorizamos con las cosas que él y nosotros creemos que son importantes, podríamos hasta ahorrar dinero”, ha dicho el ex presidente republicano del Comité Fiscal de la Cámara Baja, Tom Price. Según publica el Post, sus colegas estarían especulando con recortar el gasto social para compensar el esperado desequilibrio del déficit, un déficit que Obama ha conseguido prácticamente cuadrar tras heredar un cuadro aterrador. Se habla, por ejemplo, de meterle mano a Medicare, la sanidad para los pensionistas, que Trump ha prometido proteger. “Si arreglamos el problema de la Sanidad, podemos arreglar de forma dramática la salud fiscal de este país”, aseguró el jueves Paul Ryan, el jefe de los conservadores en el Congreso. Uno de los planes del futuro presidente pasa por reemplazar la reforma sanitaria de Obama con un plan menos costoso y más eficiente.

Es pronto para saber si se mantendrá la actitud conciliadora de halcones fiscales como Ryan, pero lo que sí parece claro es que el equipo de Trump no está dispuesto a dar su brazo a torcer a las primeras de cambio. “Como pasó con el populismo de (Andrew) Jackson, vamos a construir un movimiento político enteramente nuevo”, dijo el viernes Steve Bannon, el futuro “estratega jefe” del presidente Trump. “Los conservadores se van a volver locos. Yo soy el que está empujando un plan de infraestructuras de un billón de dólares”.