Adentrarse en la Siria en guerra

Casas abandonadas y comercios cerrados se suceden en kilómetros y kilómetros de pesadilla

MARC MARGINEDAS / Kafersijneh (centro de Siria)

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Adentrarse por la Siria en guerra en dirección sur desde la estrecha franja norteña fronteriza con Turquía, firmemente bajo el control de la oposición, es como hacer un viaje a través de un país fantasma, de pesadilla, cruzando, una tras otra, poblaciones evacuadas, y recorriendo a toda velocidad negras carreteras en las que la única visión posible es la de los olivos de la cuneta iluminados por los haces de luz de los faros. Es preferible realizar el trayecto tras la puesta de sol, cuando la actividad militar ha disminuido y los aviones Mig del régimen han concluido su jornada de bombardeos.

El vehículo va dejando atrás kilómetro tras kilómetro, y poblado tras poblado. Taftanaz, luego Saraqeb, y después Maart Alnoman, Al Barah, Kafernabel¿¿ En todos ellos, una única y sobrecogedora imagen se repite de forma obsesiva: Casas de dos y tres alturas abandonadas por sus moradores, comercios con las persianas bajadas y cerrados a cal y canto por candados, algunas siluetas de blindados ligeros de infantería destruidos por los combates. Y solo cuando el coche penetra en los cascos urbanos de las poblaciones que salpican de la ruta, es posible distinguir algún tipo de actividad humana: son las fogatas con las que los soldados de guardia en los puestos de control del Ejército Sirio Libre se calientan durante la noche, aún fría en esta parte del país, acompañados de alguna que otra tienda de artículos de primera necesidad abierta en las inmediaciones para aprovisionar a los combatientes y a los pocos vecinos que no han emprendido la huida.

La pregunta surge de inmediato: “¿Ha donde han ido todos los habitantes?”. “El 90% de ellos se han marchado a Turquía; los aviones atacan a diario, el régimen ha cortado la luz y el agua; la vida aquí es muy difícil y los niños tienen miedo de los bombardeos”, responde nuestro guía e interlocutor.

Kafersijneh, nuestro lugar de destino, estratégica localidad cercana a la ciudad de Hama, ya en el centro de Siria, no es ninguna excepción en este paisaje de desolación. A unos siete kilómetros de aquí se hallan posicionadas las primeras unidades del Ejército regular sirio, y ni siquiera el estruendo que origina el generador de electricidad es capaz de acallar los ecos de las explosiones nocturnas.