ASAMBLEA GENERAL DE NACIONES UNIDOS

Abbás da por liquidados los Acuerdos de Oslo en la ONU

Mahmud Abbás y Ban Ki Moon se saludan ayer en el edificio de las Naciones Unidas.

Mahmud Abbás y Ban Ki Moon se saludan ayer en el edificio de las Naciones Unidas.

RICARDO MIR DE FRANCIA
WASHINGTON

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Más impopular que de costumbre y obligado a reinsertar la causa palestina en la agenda internacional, el presidente palestino dio ayer en Naciones Unidas un golpe de efecto que de materializarse podría revolucionar la dinámica del conflicto con Israel. Mahmud Abbás anunció que su Gobierno da por liquidados los Acuerdos de Oslo, el marco jurídico que ha regulado las relaciones con el Estado judío en las últimas dos décadas. La decisión podría abrir una fase desconocida en el conflicto y, de llevarse hasta sus últimas consecuencias, debería desembocar en el desmantelamiento de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y la dimisión de Abbás.

El anuncio es el reflejo de un hombre desesperado, despreciado por su pueblo y engañado por una comunidad internacional que le ha mantenido en el poder financiando a fondo perdido un Gobierno que nació para ser temporal y se ha tornado eterno y esclerótico. «No podemos seguir obligados por los acuerdos e Israel tendrá que asumir sus obligaciones como poder ocupante», dijo Abbás durante su intervención ante la Asamblea General de la ONU. «La continuación del status quo es

inaceptable», había dicho antes. Falta ver en qué se traducirá el anuncio sobre el terreno o si la ANP tendrá agallas para ponerlo en práctica. Pero sus consecuencias podrían ser muy significativas.

EL ESTADO PROPIO / Oslo se concibió como una hoja de ruta hacia la paz que debería haber desembocado en la creación de un Estado palestino en 1999. Todo aquello quedó en papel mojado y muchas de sus cláusulas han sido ignoradas, especialmente por Israel. Pero el grueso de los acuerdos sirvió para establecer el marco que regula la vida de los palestinos. Entre otras cosas, dio al Ejército israelí el control total en materia civil y de seguridad del 62% de Cisjordania, de modo que si la ANP los

desobedeciese podría generarse una situación caótica. También podría acabarse la cooperación en temas de seguridad y quedarían en el aire servicios que Israel provee, como el agua o la electricidad, a cambio de pagos regulares.

«Israel ha destruido los fundamentos sobre los que se basaron los acuerdos en materia política y de seguridad», dijo Abbás tras referirse a la continua expansión de los asentamientos, a las trabas para el desarrollo de la economía palestina o las frecuentes incursiones militares israelís en las zonas de jurisdicción palestina. En su discurso, duro como casi siempre, no hizo ninguna mención a que se vaya a disolver la ANP, un Gobierno que apenas tiene competencias y que es fruto de aquellos acuerdos. «Empezaremos a implementar esta declaración por medios pacíficos y legales», precisó.

Era un día importante para los palestinos. Una hora después se izó la bandera en la ONU, una pequeña victoria diplomática a la que se opusieron EEUU e Israel. Pero quizás marque el inicio de una época. Tras reemplazar a Yasir Arafat hace 11 años, Abbás se dedicó primero a liquidar la estrategia armada de la segunda intifada y volver a la mesa de negociación. Más tarde recurrió  la diplomacia en busca de un reconocimiento internacional del Estado palestino. Nada funcionó, y ahora se entra en una tercera fase: la ruptura de las reglas del juego y el desmantelamiento del espejismo de Oslo.