DESAFÍO DEL TOQUE DE QUEDA

Mubarak no aplaca la ira de los manifestantes

KIM AMOR / RICARDO MIR DE FRANCIA / El Cairo (Enviados especiales)

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El presidente egipcio, Hosni Mubarak, no da su brazo a torcer y mantiene el pulso a los cientos de miles de egipcios que el sábado, por quinto día consecutivo, se echaron a la calle para pedir su dimisión. Ahora es el Ejército el que se ha hecho cargo de la seguridad en las calles. A diferencia de la policía, encargada de reprimir hasta ahora las protestas, los soldados montados en sus tanques se limitan a proteger los edificios del Gobierno y lugares estratégicos de la ciudad. El Gobierno mantuvo el toque de queda a partir de las cuatro de la tarde aunque muchos egipcios permanecieron protestando en el centro ya en pequeños grupos hasta bien entrada la noche.

Como primera medida política a la crisis, Mubarak ha nombrado, por primera vez desde que se hizo con el mando del país hace 30 años, a un vicepresidente, Omar Suleimán, y a un nuevo primer ministro, Ahmed Shafiq. Ambos tienen un pasado militar. Suleimán es el exjefe de los poderosos servicios de inteligencia del régimen, que dependen del Ejército. Es un hombre próximo al presidente, aunque poco conocido por el pueblo por permanecer siempre en la sombra. Suleimán se perfila como posible sucesor de Mubarak en el caso de que éste abandone el poder. Algunos analistas consideran de que ser así, arrancaría una transición dirigida y tutelada por el Ejército.

Pero ni los nuevos nombramientos ni el mensaje que envió Mubarak a la población el viernes ha servido para aplacar la ira de los manifestantes. Las protestas empezaron a media mañana, cuando miles de cairotas de diferentes barrios llegaron a pie hasta la plaza Tahrir (Liberación), el espacio convertido en uno de los símbolos de la revuelta. Los manifestantes caminaban mientras esquivaban en el camino los restos de la batalla campal del viernes: vehículos policiales carbonizados, piedras, mobiliario urbano hecho añicos y neumáticos humeantes.

Edificio en llamas 

El sábado Ayer todavía ardía el edifico gubernamental, a apenas 50 metros de uno de los laterales del Museo Egipcio, en la plaza Tharir. «Ha sido gente del Gobierno el que lo ha quemado. Antes lo han saqueado», dijo un hombre que observaba desde las calles las llamas. Otros, se dedicaban a sacar fotos del inmueble. Un joven, con el rostro oculto bajo un pañuelo escribió, brocha en mano, en una pared del edificio en llamas y con pintura roja: «Vete Mubarak, ladrón e idiota».

En algunos barrios se registraron, por segundo día consecutivo, actos de pillaje y saqueos en tiendas y restaurantes, incluso cajeros automáticos. Los empleados de un supermercado atendían por la mañana a los clientes armados con cuchillos. Hubo zonas donde los vecinos, desafiando el toque de queda, se echaron a las calles para protegerse de bandas llegadas de otras áreas. «Los vecinos vamos armados con cuchillos, barras de hierro y madera, incluso alguno con pistola, para protegernos de los ladrones», afirmó por teléfono a este periódico Hasán, vecino de Nazlet El Samman, un barrio popular cerca de las pirámides.

Según Hasán, varios comercios y restaurantes estaban ayer por la noche en llamas. En esta zona, el Ejército tan solo está presente en la avenida Al Ahram, una calle de 7 kilómetros que acaba en las pirámides. En esta avenida, la noche del viernes, fueron saqueadas también varias tiendas y asaltadas varias salas de fiesta donde se vende alcohol, como en el Ramsés y el Al Andalus.

Ghada Shahbender, activista de derechos humanos, denunció a este periódico que muchos de los asaltantes «son delincuentes que la policía sacó ayer de varias cárceles del país y les dio armas para que aterroricen a la población». Todo parece que la lucha en las calles va a seguir este domingo.