REFERENDO PARA LA INDEPENDENCIA EN EL GIGANTE AFRICANO

La secesión ecuménica

MATÍAS TREVIJANO
JUBA (SUDÁN)

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

«En el sur no hay problemas con la religión». El autor de estas palabras es un musulmán sursudanés que, paradójicamente, responde al nombre cristiano de Joseph Maria. En el referendo de independencia de Sudán del Sur de hoy votará por la secesión. No tiene dudas. Y la opinión de este miembro del Foro Musulmán por la Separación del Sur no es, ni mucho menos, la minoritaria entre los seguidores de Mahoma residentes en la parte meridional del país.

Frente a la explicación rápida e incompleta de que las recurrentes guerras civiles de Sudán se deben a la división entre el norte musulmán y el sur negro, cristiano y animista, Joseph Maria asegura que «el problema principal es racial y económico. El norte -añade- importó el islam para atraer la ayuda del mundo árabe».

Cierto es que el cristianismo es mayoritario entre la población del sur, pero hoy no existen distinciones ni siquiera religiosas: todos optarán por la secesión, aunque nadie sepa qué vendrá después. Bueno, sí: una semana de votaciones -hasta el 15 de enero- y una larga espera. Primero, mínimo tres semanas hasta que se publiquen los resultados y, luego, hasta el 9 de julio, día acordado para la proclamación de independencia en caso de que gane el sí con más del 60% de participación de los casi cuatro millones de votantes registrados.

En la lista negra de EEUU

El secretario general del Arzobispado de Juba, el reverendo Martin Ochalla, descarta la idea de un Sudán del Sur cristiano tras una probable secesión y cree que se continuará con un estado secular, como hasta el momento. «Hay buenas relaciones tanto con los animistas como con los musulmanes. Nos juntamos para algunas celebraciones, nos respetamos todos. Son las políticas islámicas que vienen del norte las que irritan a los sursudaneses». Como la posibilidad de aplicación de la sharia, la ley islámica, en la vida civil del sur, uno de los detonantes de la segunda guerra civil sudanesa, entre 1983 y 2005.

Desde el Foro Musulmán para la Separación se apresuran a decir que la sharia son las normas de conducta de los musulmanes, pero que en ningún caso se deben aplicar a la población que profese un credo diverso.

En las traseras de la mezquita verde de Juba, capital de la región, se lleva a cabo toda una lección de convivencia. Un cristiano charla con sus «hermanos musulmanes». «No hay diferencias entre nosotros», asegura Johnson, el único seguidor de Jesús del grupo.

Con Sudán en la lista negra de Estados Unidos de países que acogen en su territorio organizaciones terroristas y con la promesa de la Administración de Obama de sacarles de la funesta nómina si se celebra una consulta popular libre y limpia, el fantasma del terrorismo -y su vertiente fanática religiosa- planea, aunque lejano, en la zona. Pero la presencia en las vecinas Kenia y Uganda del grupo armado islamista Al Shabab no parece inquietar al ministro de Cooperación Regional de Sur Sudán, Deng Alor Kuol. El titular de la cartera equivalente a Asuntos Exteriores descartó amenazas de terroristas islámicos, pero reconoció que «sí puede haber problemas con grupos armados que traten de boicotear el proceso. No consiguen el respaldo económico del cielo; desde luego están financiados por Jartum», apunta, en referencia al gobierno nacional, poco amigo de la separación del sur.

De hecho, en la víspera de la votación, hubo al menos seis muertos en choques de rebeldes con el Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán, cerca de los campos petrolíferos de la frontera entre el norte y el sur del país. Pero nada en Juba hace pensar en que se aguará la fiesta que hoy comienza. «En vez de feliz año, aquí dicen feliz referéndum. Este es el último paso para conseguir la paz», apunta el reverendo Ochalla. Así sea.