TERRORISMO DE BAJA INTENSIDAD

Ojos que brillan en la lucha

Tensión 8 La policía acordona una calle antes de llevar a cabo la explosión controlada de un paquete bomba, el pasado martes en Atenas.

Tensión 8 La policía acordona una calle antes de llevar a cabo la explosión controlada de un paquete bomba, el pasado martes en Atenas.

A. M.
ESTAMBUL

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«¡Por el amor de Dios, hagan algo contra el terrorismo!», espetó en 1999 el entonces director de la CIA, George Tenet, a las autoridades griegas. A EEUU y la UE les preocupaba la continua actividad de los grupos armados 17-N y Lucha Popular Revolucionaria (ELA) a solo unos años de los Juegos Olímpicos de Atenas. El Gobierno griego tuvo suerte. En el 2002, una bomba casera explotó en las manos de un miembro de 17-N, lo que llevó a una ola de detenciones y al desmantelamiento de una organización que en tres décadas no había sufrido un solo arresto.

Los paquetes bomba destinados a embajadas de varios países, organismos internacionales y líderes europeos como Angela Merkel, Nicolas Sarkozy y Silvio Berlusconi han vuelto a centrar la atención en la violencia griega y en un nuevo tipo de organizaciones que se han desarrollado en los últimos años.«Entre 380 y 400 grupos han reivindicado ataques con cócteles molotov y pequeñas bombas en la última década», explica la experta en seguridad y profesora de la Universidad del Pireo Mary Bossis. Algunos de estos grupúsculos, que aparecen y desaparecen continuamente, tienen nombres tan curiosos como Apóstatas de los Dulces Sueños o Carpe Noctum. Pero hay tres organizaciones que actúan a mayor escala: Lucha Revolucionaria (EA), Secta Revolucionaria (SE) y Conspiración de los Núcleos de Fuego (SPF), acusada de los paquetes bomba.

Nuevas tecnologías

Respecto a las guerrillas urbanas de la generación anterior, estos grupos poseen un mejor manejo de las nuevas tecnologías.«Otra diferencia es que ELA y 17-N eran de tradición comunista y los actuales tres grupos en activo son anarquistas y antisistema»,opina John Brady Kiesling, exdiplomático estadounidense y experto en violencia política en Grecia.«SPF no está interesado en la lucha revolucionaria, son puramente individualistas»,añade.

Según la policía, está formado por unos 500 simpatizantes, sobre todo jóvenes de entre 20 y 25 años de clase media. Detrás de este primer círculo están los líderes, que en opinión de Bossis proceden de las antiguas organizaciones armadas griegas,«porque no todos sus miembros fueron detenidos».

Sus comunicados están sembrados de referencias nihilistas con un toque de romanticismo adolescente, como se advierte en uno publicado en el 2009:«Lo más importante son nuestros ojos que brillan tan bellamente bajo nuestras capuchas cuando luchamos»,un estilo que recuerda a los panfletos de la revuelta del 2008.

Muchos analistas coinciden en que SPF no busca matar, ya que sus explosivos están fabricados con materiales caseros como bombonas de gas y pólvora extraída de petardos.«Su intención es atraer la atención de los anarquistas de otras partes del mundo»,explica Kiesling. Los otros dos grupos sí poseen armamento más complejo, procedente del acuerdo entre un anarquista encarcelado y mafiosos con contactos en los Balcanes, según cree Kiesling.

En cuanto a los lazos con el extranjero, el experto en terrorismo Henry Wilkinson recuerda que el movimiento anarquista en Europa está muy bien comunicado,«pero en el caso de los grupos armados no hay pruebas de colaboración».«Probablemente hay una falta de capacidad de la policía y los servicios secretos griegos para acabar con este problema»,añade.

La izquierda es contraria a estas acciones, que considera contraproducentes.«Se trata de grupos muy pequeños que no cuentan con el apoyo de los grupos anarquistas principales. Son gente muy joven y sin mucho conocimiento que puede ser manipulada por ciertas fuerzas», asegura Aristidos Baltaz, del partido Synaspismos, aunque Kiesling considera irreal que sean manejados por el Estado:«En 1983, los servicios secretos griegos intentaron infiltrarse en los grupos armados y fue un desastre».

La cuestión es que la crisis, la corrupción, la creciente desigualdad social y el asesinato del adolescente Alexis Grigoropulos a manos de la policía en el 2008 -que desembocó en una revuelta juvenil- han favorecido que la sociedad griega sea cada vez más tolerante hacia los ataques armados a bancos, figuras públicas e instituciones.«La mayoría no ve a estas organizaciones como una amenaza -argumenta Bossis-. Lo que sí percibe como amenaza es no tener un futuro para el día de mañana».