UNA ASOCIACIÓN DE VÍCTIMAS SINGULAR EN ORIENTE PRÓXIMO

Abrazando al enemigo

Amigos 8 El israelí Nir Oren (izquierda) y el palestino Mazen Faraj, ayer, en Barcelona.

Amigos 8 El israelí Nir Oren (izquierda) y el palestino Mazen Faraj, ayer, en Barcelona.

MONTSERRAT RADIGALES / Barcelona

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En julio de 1995, un suicida palestino hizo estallar una bomba y dejó hecho trizas un autobús de la línea 20 en la localidad israelí de Ramat Gan, en la connurbación norte de Tel Aviv. Entre las seis víctimas mortales se encontraba una mujer de 60 años llamada Zahava.

Casi siete años después, en abril del 2002, la Iglesia de la Natividad, en Belén (Cisjordania), se encontraba cercada, y los enfrentamientos entre el Ejército israelí y las milicias palestinas eran rutina diaria. Alí Faraj, un palestino de 62 años, volvía de comprar comida para su familia cuando murió tiroteado por un soldado israelí que le disparó por sospechar de las bolsas.

El israelí Nir Oren, hijo de Zahava, y el palestino Mazen Faraj, hijo de Alí, estaban ayer en Barcelona, invitados por el Institut Europeu de la Mediterrània (IEMed) y el Institut Català Internacional per a la Pau. Los dos forman parte del equipo dirigente de The Parents Circle, Families Forum (Círculo de Padres, Foro de las Familias, PCFF), una asociación que agrupa a más de medio millar de familias palestinas e israelís (mitad y mitad) que han perdido a seres queridos (padres, hijos, hermanos) a causa del conflicto de Oriente Próximo.

Estas familias arrojan, más que nadie, luz y esperanza en medio de tanta oscuridad. Lejos de dejarse llevar por el odio o un impulso de venganza, han sabido convertir su dolor personal en una fuerza positiva que les hace trabajar juntos, en favor de la paz y la reconciliación. La entereza y fuerza moral que despliegan es arrolladora.

¿Pero cómo se logra algo así?.«A mí me costó ocho años»,explica Nir. Su formación profesional como psicólogo y trabajador social no le valió de mucho. «Me invadía la indignación y la desesperanza; sentía que mi madre había muerto por nada. Me encerré en mí mismo».Su hermana fue un día a una actividad del PCFF y su hijo participó en un campamento de verano de la asociación.«Conocí a familias palestinas, también víctimas, y empecé a romper los estereotipos. Me avergoncé de lo poco que sabía del otro lado».

Para Mazen, que vive en un campo de refugiados, el proceso tampoco fue fácil.«Tras perder a mi padre de aquella manera, tenía varias opciones: quedarme en casa lamentándome, buscar la venganza... O encontrar un espacio donde dejar la ira». Un amigo palestino le invitó a un acto del PCFF.«Yo pensaba ¿de qué dolor hablan? Aquí la víctima soy yo, el que sufre la ocupación soy yo». Y entonces conoció a Rami Elhanan -conocido pacifista israelí y miembro destacado del PCFF, que perdió a una hija de 14 años en un atentado en Jerusalén- y todo cambió. Mazen dice que Rami para él es«mucho más que un amigo o un hermano».

Más allá del apoyo mutuo, también a nivel emocional, el mensaje del PCFF es esencial.«Cuando conoces al otrose acaba el estereotipo y la demonización; descubres que el otro es un ser humano como tú»,coinciden en subrayar tanto Nir como Mazen.«Y ahí empieza el camino hacia la reconciliación, que es largo pero esencial».

En otras partes del mundo -Irlanda del Norte, Suráfrica- este proceso se ha iniciado tras el fin del conflicto. Pero el PCFF desarrollo su labor con el conflicto aún abierto, lo que lo hace más difícil. Durante la segunda intifada, los israelís del PCFF fueron a hospitales palestinos a donar sangre y los palestinos hicieron lo mismo en un centro israelí. Fue un gesto poderoso con el que quisieron simbolizar que«la sangre derramada es la misma y es del mismo color».Nir y Mazen coinciden en que la guerra de Gaza (2008-2009) fue otro de los momentos más difíciles.

Sin límites

En la búsqueda de la reconciliación no hay límites. Nir Oren y el palestino Ali Abu Awwad, también del PCFF, acompañaron hace poco a la esposa y el hijo de un israelí muerto en un atentado en Haifa en el 2002 a conocer en Yenin (Cisjordania) a la familia de Shadi Tubasi, el suicida que perpetró el atentado. La familia Tubasi se plantea participar en actividades del PCFF. «También son víctimas»,dice Nir.

Miles de estudiantes de instituto han escuchado las charlas conjuntas de un israelí y un palestino del PCFF. La organización ha lanzado un proyecto para que grupos de palestinos y de israelís conozcan la«narrativa histórica»del otro. Y prepara un proyecto para que, con la ayuda de las nuevas tecnologías, israelís y palestinos se intercambien mensajes y derrumben de forma virtual los muros del odio y la incomprensión.