cambio de SITUACIÓN en el país árabe

EEUU oficializa el fin de las operaciones militares en Irak

IDOYA NOAIN
NUEVA YORK

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Siempre es mucho más difícil determinar cuándo termina una guerra que identificar cómo se originó. En la de Irak, ni el presidente de EEUU, Barack Obama, ni otros líderes políticos y militares, se llaman a engaño: la declaración del fin de las operaciones de combate realizada por Obama el martes por la noche en un discurso a la nación desde el Despacho Oval y oficializada ayer en una ceremonia en Bagdad señalan solo el inicio de una nueva época marcada por incertidumbres. Y la única certeza es que Washington, tras siete años y cinco meses de intervención militar, no tiene una victoria que cantar y hoy solo puede apostar por que el paso del tiempo justifique una contienda que el propio secretario de Defensa, Robert Gates, reconoció ayer manchada para siempre por cómo comenzó.

«El problema con esta guerra para muchos estadounidenses es que se demostró que no era válida la premisa con la que justificamos iniciarla, que Sadam tenía armas de destrucción masiva», admitió ayer Gates en una intervención en Ramadi antes de participar en el palacio Al Faw de Bagdad en la ceremonia de arranque de la Operación Nuevo Amanecer, como se ha bautizado la fase poscombate en la que aún se cuenta con 50.000 efectivos en Irak, desde ayer bajo el mando del general Lloyd Austin y dedicados en los próximos 15 meses a la formación de las fuerzas de seguridad iraquís.

UN PAÍS DETERMINANTE / Gates quiso dejar una puerta abierta al optimismo sobre el futuro de Irak, en entredicho por el bloqueo político que desde hace meses impide la formación de Gobierno en Bagdad. «Si Irak acaba siendo un país democrático, aunque el coste de haber llegado a ese punto habrá sido terrible, el potencial de que sea el núcleo de un cambio significativo en toda la región no se puede infravalorar», dijo el jefe del Pentágono. Tanto él como el vicepresidente Joe Biden y los mandos militares presentes en la ceremonia bagdadí hicieron resonar ayer el tono de contención que usó Obama en su discurso del martes, recibido en EEUU con cierta tibieza.

Obama, que aprovechó la ocasión para enfatizar la lucha por la recuperación económica, generó algunas críticas entre conservadores que le acusaron de «ingrato» por no reconocer los efectos en Irak del último despliegue aprobado por Bush. No obstante, Obama se ganó también algunas alabanzas y no ya desde filas progresistas, sino de algunos de los neoconservadores que fueron ideólogos de la contienda.