La política de seguridad francesa

Sarkozy planea que los polígamos también pierdan la nacionalidad

ELIANNE ROS
PARÍS

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Paradójicamente, Nicolas Sarkozy, el primer presidente de la V República hijo de inmigrante -su padre procede de Hungría-, está haciendo méritos para pasar a la historia como el más beligerante con los ciudadanos de origen extranjero. Al menos con los que no respetan la ley. «La nacionalidad hay que merecerla», dijo en julio en Grenoble en un discurso pronunciado a raíz de los disturbios en un barrio desfavorecido en el que dio un paso inédito que le ha valido duras acusaciones de discriminación: anunció la retirada de la nacionalidad a los «franceses recientes» que atenten contra la integridad de un miembro de las fuerzas del orden. Según el texto legislativo elaborado por el Ministerio del Interior, la medida se extenderá también a los polígamos.

El Gobierno pasa pues a la acción con una reforma de la ley de inmigración que se tramitará en el Parlamento a finales de septiembre. La propuesta elaborada por Interior, publicada por el diarioLibération, establece la frontera entre los delincuentes a los que se podrá retirar la nacionalidad y los que no en 10 años de ciudadanía francesa y una condena de al menos cinco años de prisión por un delito contra representantes de la República.

También distingue cuáles son las infracciones merecedoras del castigo. Mientras los textos elaborados por los ministerios de Justicia y de Inmigración se centran en los actos de violencia contra las fuerzas de seguridad, el titular de Interior, Brice Hortefeux -amigo íntimo y uno de los principales colaboradores de Sarkozy- incluye a todos los representantes del Estado, desde los juristas hasta los bomberos. De paso, añade los delitos de «poligamia, estafa y abuso de debilidad».

CRUZADA / Hortefeux no ha querido dejar pasar la oportunidad de darle un empujón a su cruzada contra la poligamia, iniciada a raíz del recurso presentado por una mujer multada por conducir con el velo integral. El ministro acusó al compañero de la denunciante de practicar la poligamia -formalmente prohibida en Francia pero imposible de castigar jurídicamente- y de haber defraudado al Estado por percibir más ayudas sociales de las que le corresponden. Se da la circunstancia de que el hombre, un comerciante musulmán considerado integrista, obtuvo la nacionalidad gracias a su matrimonio con una francesa. Según Interior, convive también con otras cuatro mujeres que residen en viviendas contiguas.

Se estima que hay unas 16.000 familias polígamas en Francia. El responsable de Interior aprovecha la reforma de la ley de inmigración para convertir «la poligamia de hecho» en delito, así como el «abuso de debilidad», definido como la percepción de ayudas sociales concedidas a las concubinas, y penado con cinco años de prisión y 75.000 euros de multa.

La propuesta, sobre la que Sarkozy se pronunciará oficialmente la semana que viene, levantó una oleada de protestas. Toda la oposición denunció la iniciativa como «contraria a la tradición republicana» y a los principios recogidos en el primer artículo de la Carta Magna, que garantizan la igualdad de todos los ciudadanos sin distinción de origen, raza o religión. Los constitucionalistas dudan, por su parte, que el texto se ajuste al marco jurídico francés.