UNA COMPETICIÓN DIFERENTE

Las olimpiadas de la inclusión

Deportistas gais y lesbianas compiten en Colonia en unos JJOO para homosexuales

Miembros del equipo argentino de fútbol gay.

Miembros del equipo argentino de fútbol gay.

PAOLA ÁLVAREZ
COLONIA

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Son muchas las historias de críos que empiezan pateando un balón descalzos en un barrio humilde y acaban llegando a lo más alto. Aún son más, aunque se conocen menos, las de los chavales que empiezan igual y la vida les acaba obligando a renunciar al fútbol. La de Walter García es una historia a medio camino y con matices.«Yo era muy bueno pero un día mi mamá me dijo que tenía que decidir entre estudiar y el fútbol. Y lo dejé. Durante años me sentí incompleto». Walter nunca abandonó del todo su gran pasión, es más, con los años decidió unirla a la que se convirtió en su gran lucha, la lucha contra la discriminación de los homosexuales.«Un día entendí que para ser un campeón uno tiene que ser uno mismo».Ahora lo cuenta con una medalla de oro en el cuello, la que acaba de ganar con la selección argentina de fútbol gay (SAFGay) en la octava edición de losGay Gamesque se celebraron la semana pasada en Colonia.«Ha sido dificilísimo llegar hasta aquí, pero era muy importante para nosotros precisamente este año en que Argentina ha ganado su propia medalla de oro con la ley de matrimonio para personas del mismo sexo»,afirma Walter emocionado.

Historias de superación, pasión por el deporte y lucha por la igualdad llenan estasOlimpíadas homosexuales, que se celebran cada cuatro años desde 1982 y que este año han reunido a cerca de 10.000 deportistas procedentes de 70 países para participar en más de 30 disciplinas distintas.«Es una celebración de los derechos humanos y el deporte»,explica Kelly Stevens, portavoz de la Federación de losGay Games.

Superar las diferencias

Su objetivo es que se dejen de utilizar palabras como tolerancia o aceptación y se hable de inclusión real de los homosexuales en el deporte:«No es solo cuestión de acabar con la discriminación en la vida cotidiana. Evidentemente participamos en la lucha para que cada uno pueda decir libremente lo que es sin miedo a represalias; pero no es suficiente, queremos acabar con los clichés. Que un futbolista pueda decir que es homosexual sin que nadie le acuse de jugar como una niña»,explica Stevens, que en menos de una década ha pasado de participante a organizador de losGay Games. Y es que se trata de deporte –si no que se lo digan a los deportistas que en esta edición han roto hasta 29 récords mundiales– pero también de superar las diferencias.

Reconocer la homosexualidad sigue suponiendo un riesgo para la carrera de los profesionales en casi todas las disciplinas y países del mundo. Hay niveles, claro, como lo prueba el equipo francés femenino de voleibol. Un grupo compuesto por jugadoras profesionales de distintos equipos franceses y que se reúne en los Gay Games para dar ejemplo de que todo es posible:«La nuestra no es una disciplina en la que haya mucha discriminación y aún así algunas de las chicas no dicen en sus equipos que vienen a competir aquí. Pero ahora lo va a saber todo el mundo y estamos muy contentas. El Ministerio de Deportes francés nos prepara una ceremonia de bienvenida y esperamos que salga en muchos medios para que la gente vea que estamos orgullosas»,comenta pletórica la capitana Morgana Mounier, con la respiración aún entrecortada tras el esfuerzo del partido.

Una recepción así es algo impensable para la mayoría de participantes en losGay Games. Muchos han tenido que cambiar su nombre para participar por miedo a tener problemas al regresar a sus países. Por eso no sorprende comprobar que los deportistas europeos y estadounidenses son mayoría en losGay Gamesy también por eso, como explica Kelly Stevens,«la nueva meta es traer cada vez más gente de países en desarrollo o donde la homosexualidad esté especialmente perseguida».Los Emiratos Árabes, Angola, la India, Liberia y Montenegro han participado este año por primera vez, la mayoría con uno o dos deportistas.«Lo importante es estar»,dice Stevens con una sonrisa entre la resignación y la satisfacción sincera.

El sábado por la tarde, en la ceremonia de clausura, miles de participantes y organizadores estaban felices tras celebrar una semana de éxitos. Entre medallas,cheerleadersy abrazos, la mayoría se disponían a festejar por todo lo alto antes de volver a sus vidas normales, a menudo alejadas de la competición deportiva. A otros, losGay Gamesles pueden cambiar la vida:«Aún no es seguro, pero un ojeador mexicano ha mostrado interés en fichar a uno de los chicos para la liga profesional»,explica a media voz Walter García, sin poder ocultar la emoción.«Estamos haciendo historia. Todos los presentes aquí estamos cambiando la historia».