Relevo en Colombia

Uribe crispa la toma de posesión de Santos al denunciar a Chávez

Uribe, a la izquierda, aplaude a Santos después de que anoche tomara posesión de la presidencia.

Uribe, a la izquierda, aplaude a Santos después de que anoche tomara posesión de la presidencia.

ABEL GILBERT / Buenos Aires

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Juan Manuel Santos quería tener ayer una fiesta a la altura de su linaje. Pero su toma de posesión como nuevo presidente de Colombia se vio algo eclipsada. Su desde ayer antecesor, Álvaro Uribe, dedicó las últimas horas de su mandato a robarle protagonismo, al crispar todavía más la pésima relación y disputa personal que mantiene con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.

En medio de las intensas gestiones regionales para reducir la tensión entre Bogotá y Caracas, y mientras se ultimaban los detalles de la ceremonia de traspaso de mando, el abogado de Uribe, Jaime Granados, presentó una denuncia contra el presidente venezolano ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya (TPI) por la supuesta comisión de delitos de lesa humanidad. También elevó una demanda contra el Estado venezolano ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

La jugada ha tenido un gran impacto: el TPI ha recibido la acusación mientras ventila el caso de los diamantes que el dictador liberiano Charles Taylor regaló en 1997 a la modelo Naomi Campbell.

BUENA SEÑAL / Desde el momento que Granados apareció ante las cámaras para fundamentar su escrito, las miradas de muchos colombianos estaban en Caracas. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y el presidente de la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR), el exmandatario argentino Néstor Kirchner, lograban convencer a Chávez para que enviase una señal a Santos. El bolivariano hizo viajar a su canciller, Nicolas Maduro, a la toma de posesión. Lo hizo junto al presidente de Ecuador, Rafael Correa. «Esperemos algo bueno», dijo María Ángela Holguín, flamante ministra de Exteriores colombiana.

Santos, quien ha expresado su interés en recomponer los vínculos bilaterales, se encuentra con una complicación inesperada. Sobre la ofensiva de Uribe hay interpretaciones encontradas: unos hablan de deterioro en las relaciones entre Santos y su mentor, y otros de cuestiones de orden psicológico. En todo caso, se espera que la hostilidad entre los vecinos se reduzca apenas empiece la nueva presidencia.

Pero Uribe está decidido a dejar su huella por mucho tiempo. Y por eso, también la víspera de su adiós, anunció que «en pocas horas volverán las buenas noticias para que esta patria derrote el secuestro, la criminalidad y el terrorismo». De inmediato circularon rumores sobre la captura o baja de un importante miembro de las FARC y pocos se acordaron del traspaso de mando.

MANDATO FAMILIAR / Santos lleva años preparándose para alcanzar la presidencia y cumplir con lo que ya parece una tradición familiar. Su tío abuelo Eduardo Santos Montejo ocupó también la jefatura del Estado en el pasado. Su primo, Francisco Santos, es el vicepresidente saliente.

Graduado en Economía por la Universidad de Harvard, experiodista y exministro, hombre acostumbrado al manejo de cuestiones sensibles, Santos llega a la Casa Nariño, con un altísimo grado de aceptación. Uribe se va también con una popularidad inédita, inmune a los escándalos de corrupción. En su despedida ha intentado impulsar un proyecto para que la Fiscalía la controle el Poder Ejecutivo. Lo hizo mientras avanzan las investigaciones que involucran a miembros de su círculo íntimo. Para la mordaz analista María Jimena Duzán, estos últimos ocho años no han sido «ni una dictadura ni una democracia, sino un sultanato».