ESTRATEGIAS OBLICUAS
El gran fraude fiscal no pisará la cárcel
Ignacio Escolar
Periodista
Dirige eldiario.es y es analista político. Fue fundador y primer director del periódico 'Público'. Comenzó su carrera periodística en 1995 colaborando en diarios como 'Cinco Días' o 'El Mundo' y revistas como 'Muy Interesante', 'Rolling Stone', 'GEO' o 'Quo'.
Ignacio Escolar
Al Caponefue encarcelado por defraudar a Hacienda. Tuvo mala suerte: en la España de hoy se habría librado. El pasado 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, salió publicada en elBOEuna reforma del Código Penal que pasó desapercibida, a pesar de su gravedad y transcendencia. Hasta entonces, defraudar más de 120.000 euros al fisco era un delito penado con entre 1 y 5 años de prisión. Con la nueva ley, la pena queda rebajada y es aún más difícil que estos delincuentes de guante blanco lleguen a pisar la cárcel.
La reforma permite que cualquier defraudador tenga dos meses de plazo desde que sea imputado para devolver el dinero robado. Si lo hace, el juez le podrá aplicar un nuevo atenuante que puede rebajar la condena hasta solo tres meses de prisión y, como máximo, un año. Si el condenado no tiene antecedentes y su único delito probado es robarnos a todos los contribuyentes honrados, se librará de la cárcel. Para mayor cabreo de los honrados ciudadanos que sufren las subidas de impuestos, los grandes defraudadores que se acojan a este perdón pagarán una multa bastante inferior a la que hasta ahora abonaban. Antes podía ser de hasta seis veces lo defraudado. Con la nueva ley, la multa se quedará en la mitad o incluso una cuarta parte de lo defraudado.
Esta reforma penal, como todas aquellas que benefician al reo, se aplicará con efecto retroactivo. Y es probable que algunos de esos famosos nombres que en las últimos meses copan las portadas por sus cuentas en Suiza puedan beneficiarse de esta escandalosa reforma diseñada a la medida de los poderosos: de aquellos que se pueden permitir defraudar más de 120.000 euros en un año. El argumento del Gobierno para justificar esta medida es que así podrá recuperar mucho antes el dinero defraudado e ingresar fondos en las vacías arcas públicas. Es el mismo razonamiento que se aplica con la amnistía fiscal y es falso: lo que se ingresa ahora se dejará de ingresar más tarde porque el mensaje que se manda es que defraudar sale más rentable. La multa es tan ridícula que compensa correr el riesgo.
Mientras el Gobierno abre la mano con los poderosos, aprieta de nuevo a los más débiles. La misma reforma que suaviza el castigo para el gran defraudador ha convertido en delito penal otros tipos de fraude. Por ejemplo: una persona que trabaje en negro mientras cobra el paro comete hoy un delito que puede ser condenado hasta con tres años de cárcel. Es un doble rasero estomagante.
Pero el colmo de la reforma es el método utilizado. ¿Saben dónde nos colaron esta opaca reforma? En la ley de acompañamiento para la ley de transparencia. El uso de las palabras no puede ser más tramposo: transparencia opaca para que la ley no sea igual para todos.
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