CRÓNICA

Un pájaro herido vuela en el Romea

'Senyoreta Júlia' seduce con su elenco y efectista puesta en escena

Julio Manrique y Cristina Genebat, el criado y la señorita Julia.

Julio Manrique y Cristina Genebat, el criado y la señorita Julia.

IMMA FERNÁNDEZ
BARCELONA

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Esta señorita Julia que ha cocinado Josep Maria Mestres en el Romea es un pájaro herido incapaz de levantar el vuelo. El personaje del maestro August Strindberg nos llega trasladado a la Inglaterra de 1945, según la versión del británico Patrick Marber del 2003 que parece sobrevolar las heroínas traumatizadas e histéricas de Tennessee Williams, con aterrizaje forzoso en la lucha de clases.

Había expectación en la platea por el voltaje de ese tira y afloja entre la señorita Julia y el criado John, a quien seduce. Entre Cristina Genebat (también traductora de la obra) y Julio Manrique, director artístico de la sala. No hubo fuego, más allá de algún intenso forcejeo en su retorcida relación, pero el reparto convenció a la mayoría, empezando por Genebat, que fue ganando altura a medida que avanzaba el drama. Mireia Aixalà -la cocinera y prometida de John- cierra con nota el triángulo de Senyoreta Júlia, una tragedia acerca del poder, la pasión sexual, las dificultades de ubicarse más allá de los límites de la clase social y la crueldad de usar al otro para traspasarlos.

La acción transcurre en una cocina instalada en un semisótano. En las ventanas se proyectan imágenes del jardín, por el que se pasean los personajes, de los que solo se ven las piernas -uno de los grandes aciertos del montaje-. Unas faldas de buena cuna revolotean al encuentro del macho. Bailan y, al instante, John aparece en la cocina, ya frente al público, donde le aguarda su novia. Al poco la señorita Julia inicia su descenso al infierno.

Marber, presente en el estreno, salió muy contento con esta adaptación de su obra. «Me ha gustado mucho», dijo, y destacó la puesta en escena con el brillante efecto audiovisual. Eso sí, sobró humor. «Es un drama, pero también con mi montaje hay algunas risas, aunque no tantas».