un vecino DE GRÀCIA... Jordi Costa, periodista

Jordi Costa, periodista deportivo: "Yo me voy de Gràcia durante sus fiestas"

Vecino y oriundo de Gràcia, pues ahí está hasta la clínica donde nació. el copresentador del programa deportivo 'Tot costa', de Catalunya Ràdio, era conocido en su barrio como 'el hijo de la Pili', de la tocinería, el negocio familiar de sus padres.

Jordi Costa, en la calle  de Verdi que, junto a Gran de Gràcia es una de sus preferidas del barrio donde vive.

Jordi Costa, en la calle de Verdi que, junto a Gran de Gràcia es una de sus preferidas del barrio donde vive.

CARME ESCALES / BARCELONA

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Con familia en Gràcia desde los años 40, el pedigrí graciense de Jordi Costa (Barcelona, 1977), incluye otro detalle que justifica muchos de sus saludos diarios en el barrio de Gràcia en el que vive. Su familia regentó durante 60 años la que era conocida como la cansaladeria de la Pili, o de los Costa, que estaba en la calle de Providència. La Pili era su madre -ahora ya jubilada, pero aún vecina del barrio-, "supercomunicativa y abierta con todo el mundo", precisa su hijo, que era conocido, y aún hoy por los exclientes como el nen de la cansaladeria, o el nen dels Costa.

"En la trastienda, teníamos el obrador, y en él, mi hermana -tres años mayor- y yo ganamos nuestros primeros duros para salir de fiesta con los amigos", explica quien está al frente, junto a Sònia Gelmà, del programa deportivo Tot costa, de lunes a viernes, de 19 a 21 horas.

PASIÓN POR LOS COCHES

En la actualidad, este vecino de Gràcia se mueve en moto por la ciudad, pero de niño eran los coches lo que le fascinaban. Con solo 3 o 4 años, mientras sus padres atendían en la tocinería, una canguro se lo llevaba a distraerse por las proximidades, y en la plaza de Rovira tenía él su destino predilecto. "Había una parada de taxistas a los que yo no hacía más que preguntar cosas sobre sus vehículos", rememora Costa. "¿Cuánto corre este?, les decía a cada uno, y según me respondían les decía: pues el de atrás corre más...", explica. "Me dejaban subir y tocar el volante. Todos me conocían", recuerda el periodista radiofónico que, antes de su actual ocupación, retransmitió partidos del Barça durante 12 años.

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El fútbol también le entretuvo de niño. "Jugaba en la plaza del Nord, y regresaba a casa blanco de polvo, porque entonces toda la plaza era de tierra", detalla Costa, que elogia, hablando de fútbol, a tantos fieles aficionados al club Europa. "Viviendo en una ciudad con equipos como el Barça y el Espanyol, me parece admirable que haya tanta gente del Europa, el club de Gràcia", dice.

EL AÑO DE SU ANONIMATO

Costa siempre ha vivido en Gràcia. Solo durante un año lo hizo fuera, y no fue muy lejos. "Fue un cambio de vida total, porque iba a la panadería o a comprar fruta y nadie me conocía", declara. "No es que me moleste o desagrade saludar a tanta gente que me cruzo por la calle y me conoce, o me reconoce, como hijo de quienes tuvieron la tienda, pero hay días de todo y casi siempre vas con prisas", comenta. "Sobre todo a las personas mayores que me paran interesándose por cómo están mis padres, no puedes decirles hola y adiós solamente. Por eso fue agradable experimentar aquel año de anonimato", argumenta el tertuliano de Esport Club, de TV3.

De todos modos, Costa es muy consciente de todos los privilegios de Gràcia. "Sé verle sus gracias y sus defectos", apunta. Gracias serían tantísimos buenos restaurantes a mano: "Muchos en la calle de Verdi, como la pizzería frente a los cines y el japonés Kibuka, o la hamburguesería 2 Hundred Burger (Or, 19)". "Para determinados perfiles de vida es muy cómodo vivir aquí -añade-. Aunque ahora, cuando alguien me dice que quiere venir a instalarse aquí, les digo: 'Estáis locos si buscáis piso en Gràcia porque deben ser caros'. Ya ha venido mucha gente de fuera, pero a pesar de ello, la Vila de Gràcia todavía se siente", admite.

Otra reticencia sobre el barrio es su fiesta mayor. "Es la fiesta del incivismo, una discoteca al aire libre. Siempre que he podido, me he ido del barrio esos días", dice.

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