UN VECINO DE GRÀCIA

Giralt-Miracle: "Gràcia conserva pequeños talleres y los pone al día"

Nació y vive en Gràcia. Daniel Giralt-Miracle es uno de los mayores estudiosos de la obra de Gaudí. En el antiguo taller de imprenta de su padre tiene el despacho y su impresionante archivo sobre arte, arquitectura y diseño. En él inicia su ruta en el distrito.

El historiador y crítico de arte recorre y elogia el distrito en el que siempre ha vivido

Carolines, 18  Próxima apertura a turistasLA PRIMERA OBRA CONOCIDA DE GAUDÍ, DE 1888, ESTÁ A SÓLO 50 METROS DE DONDE GIRALT-MIRACLE GUARDA MUCHÍSIMO MATERIAL SOBRE EL GENIO.

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CARME ESCALES / BARCELONA

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Hijo y nieto de gracienses, Daniel Giralt-Miracle (Barcelona, 1944), ha vivido siempre en Gràcia. En los años 40 del siglo pasado, su padre fundó y comandó una fructífera imprenta en el barrio, Filograf. Por ella pasaron intelectuales como el escritor y activista cultural Albert Manent, los poetas Josep Vicens Foix Carles Riba, el editor Gustau Gili, Joan Miró Antoni Tàpies. "En la trastienda de la imprenta, mi padre ayudaba a editar libros, catálogos o nadales"explica Giralt-Miracle.

Sobre las piedras que sostuvieron aquel negocio de su padre, él ha levantado su tinglado, un archivo con alrededor de 40.000 libros y catálogos de arte, arquitectura y diseño, las especialidades de este experto en la obra de Gaudí. Fue comisario del Any Gaudí (2002, conmemoración de los 150 años del nacimiento del arquitecto del Baix Camp) y dirigió, en 1986, la remodelación del piso de la Pedrera, para hacerlo visitable para turistas, como evocación de la vida doméstica de una familia burguesa de principios del siglo XX en pleno paseo de Gràcia. "Me acuerdo que, de pequeño, había entrado a menudo en la Pedrera, porque allí tenía el despacho el notario de la familia, Roca-Sastre -dice-. Y en aquel entonces, la esquina de la Casa Milà pertenecía al distrito de Gràcia".

Pero la Pedrera no fue el único referente gaudiniano en la infancia de Daniel Giralt-Miracle. "El ginecólogo de mi madre visitaba en la Casa Batlló; yo iba a un colegio en la plaza de Sanllehy, junto al parque Güell, donde íbamos a enterrar la sardina y a jugar y me lo conocía palmo a palmo, y en la calle vecina a la de la imprenta de mi padre entrábamos a menudo en la Casa Vicens, obra de Gaudí (1888), pues mis padres conocían a la familia Vicens", relata.

"Para mí, Barcelona eran las casas de Gaudí. Antes de adentrarme en el personaje, él ya había entrado en mí a través de todos esos referentes de mi mapa cotidiano", dice. Giralt-Miracle ha viajado a muchos países para dar conferencias o inaugurar exposiciones vinculadas a la obra de Gaudí. "He estado en Shangai y Beijing, Tokio, Londres, Génova, Roma, Viena, Bruselas, Nueva York, Chicago, Sao Paulo...", enumera quien ha recogido en numerosos libros sus conocimientos sobre Gaudí. El último de ellos, El primer Gaudí (Triangle Postals), que cuenta las claves históricas y arquitectónicas del primer edificio construido por Gaudí, la Nau Gaudí de Mataró (que alberga la colección Lluís Bassat de arte contemporáneo) y que salió a la venta el pasado diciembre.

Giralt-Miracle sólo ha dejado de pernoctar en su barrio con motivo de los viajes de ida y vuelta y estancias en Suiza para practicar el alemán que le enseñaron sus profesores de la Escuela Suiza de Barcelona. "Llevo 70 años durmiendo en Gràcia", afirma el vecino, que fue director del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (Macba) durante cinco años y 15 años secretario del Foment de les Arts i del Disseny (FAD). "Aquí en el barrio he conocido cosas del siglo XIX y he ido viendo llegar todas las del siglo XXI", expresa. "La transformación se ha notado, sobre todo, en el comercio y los antiguos talleres, hoy muchos de ellos plantas bajas habitables", dice.

El carro del hielo

De niño, con sus padres, Daniel Giralt-Miracle vivió en la travesía de Sant Antoni, entre las calles de Astúries y de Montseny. "Tres cosas fundamentales viví y recuerdo mucho de aquel tramo de mi calle: el basurero que avisaba de su llegada al vecindario con una trompeta para que bajaran sus basuras; el carro tirado por un caballo que vendía hielo, que el vendedor transportaba en barras, y los gitanos que pasaban cada semana, ofreciéndose para reparar paraguas u ollas y afilar cuchillos", rememora el vecino de Gràcia. Esos tres recuerdos de viejos oficios que él aún pudo conocer en primera persona "fueron las últimas manifestaciones de un siglo", apunta.

"Hoy, la catarata precipitada de extinción de comercios tradicionales va dejando paso a nuevas tiendas que en Gràcia son franquicias como en la calle Gran, que quiere ser una prolongación del paseo de Gràcia", afirma. "Y los antiguos talleres artesanales cobijan hoy diseño y coworking [espacio de trabajo compartido]. Se ha pasado de la artesanía clásica a la artesanía digital", compara Giralt-Miracle, mientras señala, en la fachada del cine Bosque, retratos esculpidos por Pablo Gargallo. "Gràcia ha sabido no solo conservar pequeños talleres y arquitectura antigua, sino también poner al día sus usos, con diseño y modernidad", afirma. "Ahora Gràcia está salvada. El ocio nocturno, el descubrimiento de las fiestas de Gràcia por los turistas y los espacios de coworking son un gran atractivo del barrio", concluye.