Un café con dos ruedas

Un curioso bar permite estacionar en su interior las bicicletas de los clientes, que pueden utilizar su caja de herramientas Dos italianos importan la idea de ciudades del norte de Europa

Clientes ciclistas 8 Una usuaria entra con su vehículo en el Bicioci Bike Café, la semana pasada.

Clientes ciclistas 8 Una usuaria entra con su vehículo en el Bicioci Bike Café, la semana pasada.

BEATRIZ PÉREZ / BARCELONA

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Podría ser una cafetería cualquiera, sino fuera porque en su interior hay bicicletas aparcadas. Se llama Bicioci Bike Café (Venus, 1). En él sus dueños, Andrea Marini y Fabrizio Pastorello, han fusionado sus dos pasiones: la hostelería y los velocípedos. Es un bar bike friendly (amigo de las bicicletas), idea aún novedosa en Barcelona que estos dos italianos importaron de ciudades como Londres, Berlín o Ámsterdam.

«Toda la vida hemos trabajado de camareros. Y en septiembre del 2014 abrimos Bicioci», cuenta Marini. Se trata, según él, de «un establecimiento de comida sencilla», que tiene a disposición del cliente una caja de herramientas para arreglar las bicicletas, revistas y libros sobre ciclismo y espacio interior para aparcar el vehículo.

Además, cuenta con candados para prestar a quienes dejan la bici en la calle (dentro caben seis). «Este es el punto de encuentro para ciclistas que faltaba en Barcelona», opinan Marini y Pastorello, quienes rodeados de ruedas preparan desayunos, comidas y cenas. Sus especialidades son ensaladas, sopas, pizzas y quiches. Y abren sus puertas de 9.30 de la mañana a una de la madrugada, de martes a domingo.

Organizar salidas

Pese a su corta trayectoria, Bicioci Bike Café ya tiene, según sus dueños, una «clientela fija». A él acuden personas de todo tipo, principalmente «jóvenes y familias que vienen a merendar», pero destaca, sobre todo, el cliente que viene acompañado de su bici. Pastorello recalca cómo en el local se generan pequeños grupos de aficionados al pedaleo que después quedan para hacer salidas informales.

«Al principio venían como clientes y ahora salimos juntos en bicicleta», cuenta. La última salida fue hace tres semanas por Begues, Vilafranca del Penedès, Sitges y el Garraf. Participaron Pastorello y dos clientes, ahora amigos.

Uno de ellos es Luis López, «ciclista de carretera y de montaña», como él mismo se define, y vecino del barrio. «Aquí tenemos el Club Ciclista de Gràcia y muchos socios venimos a menudo por Bicioci», cuenta este asiduo al café. «Me gusta porque reúne mis dos pasiones: la pizza y las bicicletas», añade. Y además desvela que en Bicioci se pueden comprar gorras y camisetas de este club ciclista, arraigado en Gràcia desde 1929.

Fomentar el transporte urbano en bicicleta (muy utilizado en el norte de Europa, de donde copiaron la idea) es uno de los objetivos de la cafetería de Andrea Marini y Fabrizio Pastorello. «Barcelona es una ciudad muy apta para la bicicleta --dice Marini--. Hay mucho carril bici y un bonito paisaje urbano para circular a gusto por sus calles».