EL TNC ACOGE la cena más estelar de la temporada

Una cena inolvidable

Doce de los mejores cocineros de Catalunya emocionan con sus platillos en el 'sopar de l'any'

El sopar del Catalá de l'Any 2014

El sopar del Catalá de l'Any 2014 / periodico

FERRAN IMEDIO
BARCELONA

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Resulta curiosa la escena que cada año protagonizan los mejores cocineros de Catalunya en el hall del Teatre Nacional de Catalunya (TNC). Están ahí, a media tarde, tranquilísimos, relajadísimos, sentadísimos en los bancos que flanquean la entrada a la platea. Pero es normal. Son muchos años de oficio, muchos años de sopar de l'any. No les tiembla el pulso ante esa marabunta de invitados que van a arrasar con sus platillos. Y eso que no está Ferran Adrià, el gran jefe, ausente el jueves por motivos laborales. ¿Y qué? El presente y el futuro están tan asegurados con estos y otros muchos buenos cocineros.

Así que, quién dijo miedo habiendo hospitales. O en este caso, supercocineros, que también visten de blanco como los médicos; al fin y al cabo, también hacen que la vida de la gente sea un poquito mejor. Podría dar un poquito de miedo pensar en casi 800 personas saliendo en tromba de la gala del Català de l'Any, hambrientos por la hora y con ganas locas de probar los 11 platillos (6.600 raciones) de 12 cocineros, casi todos distinguidos por la guía Michelin. Pero el jueves reinaba la calma porque el gran trabajo ya lo habían hecho días y horas atrás en sus respectivos restaurantes. Solo tenían que rematarlo, y estos tipos son como el mejor Barça; en cuanto tienen una ocasión ganan por goleada.

Así que salió la muchedumbre en tromba y hasta los estudiantes de la escuela de hostelería CETT, todos ellos voluntarios, mantuvieron el tipo. Y no porque se sabían examinados por sus profesores, que les avisaron de que podrían ponerles una mala nota si fallaban, sino porque son de lo mejorcito que viene, tanto en la sala como en la cocina. «Sois el motor de todo esto», les animó a su llegada Carme Ruscalleda, que se fotografió con ellos luciendo unos originales pendientes con la figura de un chef, Lo mismo hicieron el resto de estrellas de los fogones. Son ídolos de los chicos («algunos apuntan muy alto», susurró Vinyet Capdet, jefa de estudios del CETT). Son ídolos también de los comensales, que les trataron como rock stars pidiéndoles fotos y alabando su trabajo.

1.500 PATATAS SUFLÉ  / Cómo no hacerlo, si entre los propios colegas había gestos de sorpresa y de reconocimiento. Un ejemplo: Paco Pérez (Miramar, Enoteca, Cinco) era el autor de un trampantojo que engañó a Sergio Humada (Via Veneto). Piquillo, se llamaba (pimiento del piquillo licuado tras haberlo guisado a fuego lento durante horas). «¡Es muy guay!», exclamó el de Via Veneto. «Aquí hay platos que están muy, muy bien», valoró. Lo mismo opinaban Fina Puigdevall y Pere Planagumà, que el 11 de mayo celebran 25 años de Les Cols (dos estrellas).

Platos guays y muy currados en los restaurantes de cada uno, para evitar riesgos. Humada, por ejemplo, se cascó 1.500 patatas suflé durante tres días en su cocina y en el TNC tuvo que freír salmonetes, rubios y dentones para su divertido fish&chips; una prueba de cara al festival de Cap Roig, donde se encarga del restaurante gastro de la cita musical. Puigdevall y Planagumà, felices porque acaban de encargarse de la carta de Mas de Torrent, hicieron «alcachofa, alcachofa y alcachofa» (alcachofa confitada, mayonesa de alcachofa, crujiente de alcachofa y emulsión de aceite de oliva y mandarina). Otro plato estelar.

¿Pero cuál no lo fue? ¿El de Carles Gaig, que recién aterrizado desde la otra punta del mundo y medio dormido fue capaz de despertar sensaciones telúricas con su canelón? ¿El gofre de patata del bufet con steak tartar que Nandu Jubany afinó la misma tarde antes, tras servirlo en la presentación de un cava y antes de hacer una entrevista para una radio? ¿El juego de Joan Roca, que unía una tortilla de huevo de gallina con huevos de pescado (caviar de arengada) en el interior? ¿La royal de espárragos blancos de los hermanos Sergio y Javier Torres, un plato «de pelotas», según definición propia de sus autores? ¿El delicado terciopelo de tomate y fresones con diamante de anchoas de L'Escala de Ruscalleda? ¿La exótica tostada de atún marinado en salsa roja, achiote, puré de aguacate y pipas de calabaza con chileajo de Paco Méndez y Albert Adrià (Hoja Santa)? ¿Los postres de Mey Homann (minihamburguesa de chocolate blanco tostado con cremoso de mango y fresa) y Christian Escribà (bavaroise de avellana con interior cremoso de chocolate)?

Hoy, sábado, los invitados no pueden contestar a ninguna de estas preguntas porque todavía están relamiéndose con el recuerdo de una cena inolvidable. La cena del año.