El TEATRE NACIONAL DE CATALUNYA ACOGE LA CITA gastronómica de la temporada

Una cena 10

El Sopar de l'Any celebró la 10ª edición con una nueva demostración de talento culinario de 12 chefs

FERRAN IMEDIO / BARCELONA

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Una cena 10. Aunque eran 12 los cocineros y 11 los restaurantes representados en el Sopar de l'Any. Una cena excelente, sobresaliente, de matrícula de honor, 'cum laude'. Esa es la nota y esas son las ediciones de la cita gastronómica más importante del año que, con la de este jueves, se han celebrado hasta hoy. Y estas son las 10 razones por las que la cena que se organizó en el Teatre Nacional de Catalunya respondió con todo merecimiento al título de Sopar de l'Any. La cena del año.

El nivel de los chefs. No hay en la ciudad ningún otro sarao con el nivel gastronómico de este. Quien lo ha vivido, comido y bebido lo sabe, más aún si ha ido a otros actos con un formato similar; y quien tenga dudas, que mire el cartel: 16 estrellas Michelin reunían los cocineros presentes por los 11 establecimientos representados en la cena, aunque suman 26 por todos los que regentan. Carme Ruscalleda (Sant Pau), Paco Pérez (Miramar), Fina Puigdevall (Les Cols), los gemelos Sergio y Javier Torres (Dos Cielos), Carles Gaig (Gaig), Paco Méndez y Albert Adrià (Hoja Santa), Sergio Humada (Via Veneto), Christian Escribà (Escribà), Jordi Roca y Alejandra Rivas (Rocambolesc) y los equipos de Nandu Jubany (Can Jubany) y Mey Hofmann (Hofmann). ¿Quién da más?

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La organización impecable. A Jaume Vera se le hizo fácil dirigir el cotarro. No es lo mismo tener a tus órdenes a un equipo de voluntariosos inexpertos que a un conjunto de 'cracks'. Y más si contó con el apoyo de Grup GSR, que tiene una amplia experiencia en actos gastronómicos multitudinarios como el del jueves. Organizan San Sebastián Gastronomika, por ejemplo.

El ambiente. Hubo buen rollo tanto en las cocinas, ubicadas en los pórticos del TNC, y en la sala, donde de vez en cuando aparecían los chefs para interactuar con los invitados. Lo alabó Ferran Adrià, que en los momentos previos a la foto de familia recordó cómo ayudó a montar el primer Sopar de l'Any. La cena acabó como todas las cenas de confraternización, con un cóctel, como el que preparó Coca-Cola para la ocasión: el Combinat de l'AnyCoca-ColaCombinat de l'Any.

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Los deberes hechos. Antes del examen frente a 700 comensales, los cocineros se habían preparado bien y traían los deberes hechos. Había que verlos poco antes de comenzar la cena. Tan panchos, como si no fuera la cosa con ellos. Pero había truco. El trabajo estaba hecho, solo faltaba el último toque o golpe de calor, y el equipo con el que contaron fue de lujo, tanto si lo traían ellos como si era el que puso a su disposición la escuela de hostelería CETT, tanto en la cocina como en la sala.

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Los productos gurmet. Fueron un valor segurísimo: atún rojo (Balfegó), conservas de marisco (Espinaler), jamón de bellota 100% ibérico (Cinco Jotas), pan (Santagloria), foie (Collverd), queso (DOP Torta del Casar), yogur griego (Oikos de Danone) y helados naturales (Delacrem). Todo ello fue servido en la vajilla desechable de Klimer gracias a la logística de Ficfrei.

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Los comensales. Tenían ganas de alta cocina y buena bebida. ¿Había hambre? Sí. La gente salía de la Sala Gran con cierta ansia. Llevaban semanas salivando con la idea de que, tras la gala llegarían los platillos. 700 se zamparon 6.000 raciones. También había sed, calmada con la cerveza Inédit de Damm, los mejores vinos de Bodegas Torres, los cavas de larga crianza de Gramona y los cócteles con Martini Bacardí. El aroma final lo puso Novell, con sus cafés e infusiones.

La maestría de los chefs veteranos. Los invitados aplaudieron la delicadeza de los guisantes a la japonesa de Ruscalleda (siete estrellas Michelin) y los raviolis de lechón con fresa y cebolla de Carles Gaig, tan aplaudidos como sus célebres canelones, a los que renunció esta vez («¡es que siempre los hago!», soltó a modo de excusa). Demostró que su talento va más allá. De hecho, al maestro Gaig no se le puede encasillar con esa receta, sino con la cocina catalana de alto nivel, de la que es un referente.

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Los bocados distintos. Dos para anotar: el dulce-salado 'macaron' de remolacha, queso y trufa que preparó Paco Pérez (cinco estrellas), y la flauta de barbacoa de Paco Méndez y Albert Adrià, recién llegado de Londres, donde triunfa con su restaurante 'pop up', y con la cabeza puesta en Heart (Eivissa), donde reabrirá el 27 de mayo. La flauta, en representación del mexicano Hoja Santa, con una estrella estrenada en noviembre pasado, consistía en una tortilla con cordero confitado, queso crema y salsa verde.

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Los platos más tradicionales. Los gurmets más conservadores pudieron disfrutar, además de con la tapa de Gaig, con platos muy reconocibles y apegados al territorio como el arroz de sepionetas, alcachofas, guisantes y gamba de Palamós del equipo de Jubany (Can Jubany); el caldo ahumado con espagueti de 'fajol' de Puigdevall (dos estrellas por Les Cols, en Olot); la yema de huevo trufada con un consomé de caza de los Torres (una estrella por Dos Cielos); los espárragos blancos con 'chantilly' de parmesano viejo y vainilla de Tahití de Humada (Via Veneto), y el turrón de 'botifarró' de cebolla, colmenilla y 'foie' con pan especiado y 'fesols' de Hoffman (estrella por su restaurante homónimo).

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Los postres divertidos. Uno lo elaboraron Christian Escribà, siempre juguetón (ahora le ha dado por Periscope y se pasó la noche conectando en directo con sus seguidores) y su hijo, Pol (Escribà), que dieron a probar los muslitos de 'bollastre' (juego de palabras que une bollo con 'pollastre' -pollo, en catalán-, y que consistía en un buñuelo relleno de crema de gianduia de avellana con un hueso hecho con galleta de pasta brisa parcialmente bañada en chocolate negro) al vermut Miró. El otro fue de Jordi Roca, la pata dulce de El Celler de Can Roca, que sirvió dos propuestas de sus heladerías Rocambolesc, una de fresa y agua de rosas llamada 'Rocanas' (con la forma de la nariz de Jordi) y otra de chocolate llamada 'Dit de Colom'. El propio pastelero los juntó de manera tan traviesa como poco 'elegante' (es fácil imaginar cómo) para una foto. El 'Dit de Colom', presentado en primicia en el Sopar de l'Any, se ha inventado para el Rocambolesc que abrirá a finales de mayo en el Liceu como homenaje a la ciudad de Barcelona. Los que fueron al Sopar de l'Any sí se dieron un homenaje.