CUADERNO DE GASTRONOMÍA Y VINOS

Estofado de quinta gama

Frente a platos ya elaborados, que nos tientan desde las estanterías de los supermercados, algunos chefs buscan su guía gastronómica en los productos ecológicos.

Taller de ecotapas del chef Xavier Pellicer.

Taller de ecotapas del chef Xavier Pellicer.

MIQUEL SEN

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Dicen los expertos que la sociedad reclama platos que se puedan cocinar y comer en 20 minutos. Es una afirmación que cuadra perfectamente con las prácticas socialmente aceptadas, aunque tenga un punto argumental muy débil: jamás se ha contemplado una manifestación de ciudadanos enarbolando pancartas de «con 20 minutos nos sentimos satisfechos», o «ni un segundo más en la mesa». Pero como la trampa funciona, toda una batería publicitaria nos apunta para predisponernos al cambio. Hay que comer platos de quinta generación, entendiendo por tales aquellos ya elaborados, cocinados y envasados para su distribución, que pueden ser almacenados y luego consumidos con una sencilla regeneración. Unos pequeños finalizadores permiten al recalentador dar su toque personal.

Criticar los estofados de quinta gama no es fácil. Un control exhaustivo cuida de su salubridad. Como reclamo para su venta, se suele utilizar la figura de un chef mediático que garantiza la receta creativa.

Sobre el origen de cada uno de los ingredientes, la cosa no está tan clara, porque la legislación hace europeo cualquier pollo o gamba, siempre que tenga una manipulación culinaria dentro de los países de la Unión Europea, aunque su origen sea cualquier ciudad asiática de mano de obra barata, capaz de pelar un millón de gambas por minuto.

Lo mismo sucede en el capítulo verduras. Hemos logrado la ensalada que nunca muere, envasada en atmósfera controlada que asegura su larga vida en la nevera. Perfecto, siempre que no nos preguntemos por qué necesitamos de una lechuga eterna, como si comprarla en el mercado fuera una costumbre perversa.

Es un discurso que mantengo cada vez que paso por las cocinas de Xavier Pellicer, un chef que alcanzó máximos oropeles y que ha optado por una línea culinaria al margen de las modas propiciadas por mamá industria. En Celeri, aprovechando que cocina y sala son una unidad, explica las virtudes de carnes y verduras elegidas con criterios eco. Más de un 75% de lo que cocina tiene un origen y un sabor propio, lejano al golpe de polvos mágicos que pueden hacernos creer que en cinco minutos nos hemos vuelto cocineros.