Su comida en dos clics

El contenido de nuestras neveras ha variado en las últimas décadas de una manera brutal. En los años 70, un tercio del presupuesto familiar se dedicaba a la compra de alimentos frescos en los mercados y en los colmados de barrio. Con la aparición de las grandes superficies y la presión acuciante de la agroalimentación, los criterios de compra han cambiado totalmente, porque el dinero se dedica ahora a la adquisición de bienes electrónicos.  Antes guardábamos en el frigorífico   los ingredientes, ahora los  visualizamos en un clic.

Es un fenómeno irreversible. Si no hemos sido capaces de dar una nueva versión al botellón colectivo, menos lo seremos con el empleo de un ingrediente culinario tan caro como es el tiempo. Solo nos quedan unos minutos para decidir qué comemos en casa, porque el resto de nuestra disponibilidad debe gastarse en otras actividades.

La generación que descubrió el mundo de la pizza a domicilio y sus sucesores ahora entran de lleno en la comida vía smartphones. Una tendencia imparable que tiene entre otros líderes a Hervé Rodríguez, un chef con estrella Michelin situado en el parisino restaurante Masa. Junto con la empresa de distribución Deliveroo se ha lanzado a la aventura de dar de comer a domicilio un menú de alta calidad, porque esta moda también implica  alejarse del motorista pizzero tradicional.

PÍCNICS / Otros gigantes de la distribución buscan menús más económicos. Take Eat Easy potencia el ahorro jugando la carta del pícnic.

Barcelona, la ciudad de los prodigios gastronómicos, ya se ha lanzado a la comida vía clic. Si antes fue pionera en pedir espacio para la oferta fast truck, con un listado de camionetas itinerantes que están buscando plaza fija para inquietud de los restaurantes de menú barato y reiterativo, ahora un amplio segmento de la modernidad culinaria urbanita utiliza UberEats para que le traigan la burg catalana, de 150 gramos coronada con pimiento escalibado y romesco. Menos nostrat, el Ahi Tuna Poke Bowl da idea de por dónde van a ir los tiros gastronómicos de unos consumidores que no tienen tiempo para los fogones porque lo dedican a ver programas de cocina.