original iniciativa gastronómica en el garraf

El chef pescador

Oriol Serra cocina en su casa lo que él mismo captura horas antes

EN LA COCINA El marino, a los fogones.

EN LA COCINA El marino, a los fogones.

FERRAN IMEDIO / SITGES

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Oriol Serra podría llamarse a sí mismo el chef pescador, aunque no sea en realidad más que un cocinero aficionado, sino un pescador profesional. Pero su trabajo y su habilidad en los fogones le han llevado a ofrecer cenas en su casa de Sitges en las que prepara lo que ha pescado ese mismo día. Es, en fin, una rara avis del Mediterráneo catalán. Hay muchos particulares que cocinan en sus casas pero la excepción de Serra es que lo que elabora estaba antes en el fondo del mar y lo ha capturado él mismo. Ha bautizado su iniciativa como El Paladar, en honor a las casas de particulares cubanos que dan de comer a los turistas.

«Todo comenzó -recuerda- cuando mis amigos probaban en casa lo que había capturado. Como se me daba bien cocinar, me animaron a abrir este camino». Y eligió su pequeño ático en el centro del pueblo, cerquita del mar que tan bien conoce y en el que trabaja casi a diario.

Serra se echa a la mar con su vetusta barca de 7,5 metros de eslora a media tarde para lanzar la red allá donde sabe que encontrará lo que busca, aunque cada vez hay menos pescado. Si va a por langostino acude a un rincón que conoce bien; si va a por sepia cambia de lugar. Siempre cerca de la costa, no más de 5 millas mar adentro. La madrugada siguiente, regresa al lugar para recoger la red y rezar para que algún animal haya caído en la trampa. Langostas, rape, cabracho, pulpo... «A veces casi me voy de vacío», se lamenta este pescador de 36 años, que lleva 17 saliendo con su barca frente a las costas del Garraf y que ha visto como se ha esquilmado lo poco que había bajo el agua por la sobrepesca y los cambios en la costa (el traslado de la desembocadura del Llobregat hizo desaparecer la lubina de la zona).

UN KILÓMETRO DE RED / El día que este periodista salió con Serra fue relativamente bueno: seis bogavantes, un cabracho, un pulpo y poco más. Apenas daban para pagar la gasolina y el jornal (hay que tener en cuenta que muchos días los pescadores no se hacen a la mar por el mal tiempo). Corren tiempos duros para el gremio. No solo por el hecho de navegar en condiciones malas sino porque, una vez ha pescado (un kilómetro de red que tiene que recoger a mano con sumo cuidado), tiene que ordenar el género y limpiar la red.

Quien protesta por el precio del pescado debería salir a las cuatro de la mañana con Serra o con alguno de sus colegas. De hecho, el chef pescador completará su oferta en breve con la posibilidad de llevarse a dos comensales a faenar con él.

Serra (fishermansitges@gmail.com) cobra según lo que ha capturado. No hay precio fijo, pero la tarifa oscila entre los 80 y los 100 euros por cabeza, con aperitivos, postres y bebidas incluidas. ¿Es mucho? Esta es su reflexión: «¿Cuánto cuesta un arroz de bogavante? ¿25 euros? Y suele ser canadiense, que no tiene nada que ver con el de nuestras costa». Habla del arroz porque es el plato fuerte de la noche, el que corona un desfile de delicias marinas (cuatro aperitivos y cinco platos a rebosar) que, antes de pasar por la plancha, enseña a los comensales. Algunas están vivas.

Gracias al boca-oreja llena casi cada viernes y sábado, los días que sirve en casa. Y la palabra llenar es correcta, ya que las cenas solo se ofrecen para grupos de entre 4 y 10 personas. Con la llegada del frío, dará comidas los fines de semana de noviembre a abril y volverá a las cenas entre mayo y octubre del año que viene.