CUADERNO DE GASTRONOMÍA Y VINOS

Bistec 'Frankenstein'

No es ciencia ficción, la carne generada en laboratorio es una realidad. Un cambio con el que tendremos que convivir, sin olvidar a los ganaderos que apuestan por el sabor.

El sabor de una buena carne nunca podrá ser imitado en el laboratorio.

El sabor de una buena carne nunca podrá ser imitado en el laboratorio.

MIQUEL SEN

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Ya se ha realizado la primera cata de carne sintética. En agosto del 2013, un pequeño grupo de especialistas y nutricionistas, entre los que se encontraba el crítico gastronómico estadounidense Josh Schonwald, se enfrentaron a la primera hamburguesa creada in vitro. Un bistec que no proviene de una vaca, sino de las cubetas del laboratorio de la Universidad de Maastricht. Como la criatura imaginada por Mary Shelley, la estructura de esta carne no tiene un padre buey, ya que está generada por una única célula muscular que ha ido creciendo gracias a los cuidados de su creador, el doctor Mark Post.

El cambio que supone este descubrimiento tendrá el mismo impacto que el generado por las nuevas tecnologías de la comunicación. Se acabaron los animales estabulados responsables del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero, el gasto excesivo de agua, la ocupación de un espacio que podrá dedicarse a otras actividades agrícolas distintas al cultivo intensivo de maíz transgénico para alimentar unas vacas que, según el profesor Willem van Eelen, son 440.000 para 175 millones de hamburguesas. Con una res será suficiente.

Paralelamente, los problemas religiosos que se originan pueden enloquecer a imanes y sabios talmúdicos, porque como ya no hay bestia detrás de la carne picada, no hay sacrificio de cara a la Meca ni animal de costumbres impuras.

Si esta es la parte de color rosa, la negativa da para varios libros. De entrada, la hamburguesa Frankenstein no tiene un sabor potente a carne roja. Es aquí donde se encienden las alarmas, porque los gustos se pueden añadir mediante las herramientas clínicas que atesoran las multinacionales de la industria agroalimentaria. Un poco de hierro, algo de colorante, unas buenas cucharadas de aromatizantes y el bistec de laboratorio podrá entrar en las cadenas de los supermercados a precio irrisorio. Mientras llega el futuro, mi consejo es aprovecharnos de las magníficas carnes que cocina en Barcelona Dani Lechuga o buscar el sabor supremo de los bueyes que pastan en libertad en la gallega Finca Balboa, cuidando que no se nos escape el último entrecot que les reclaman en Hong-Kong.