«He hecho la ropa que me pondría yo, con mucho rollo»

Será una noche de estreno. El bailaor Rafael Amargo (Valderrubio, Granada, 1975) debuta este martes en una pasarela, la 080, donde hizo de percha para Desigual, "aunque ahora es muy distinto". Efectivamente, esta vez el riesgo es mayor. Se presenta como diseñador con su marca Amoramargo, una colección parida y cosida en el sur de Italia y con vocación y cosmopolita. "Que nadie espere ver topos y volantes", advierte de entrada.

¿Qué propone con 'Ecléctico? Pues es la ropa que me pondría yo y la que me gustaría ver en una mujer, así de claro. Me he volcado en este proyecto y tengo una sobredosis de ideas que me está matando de gusto. He querido ofrecer algo más que unas prendas, por eso en cada etiqueta hay una foto y un texto mío. Se lo leo: "He satisfecho a muchos amantes de lo nuevo y de lo excéntrico con ideas que surgían de mi mente y que cuando menos se entendían más apreciadas eran. Divirtiéndome con este juego he podido crear este proyecto. Pero cuando me encuentro solo conmigo mismo no tengo el coraje de considerarme un artista, quizás solo un loco que comprende el tiempo en el que vive y disfruta de la vanidad y el narcisismo de sus contemporáneos. Mi nombre es Amargo pero todo el mundo me llama Amoramargo".

¿La ropa tiene algo que ver con sus puestas en escena? Cero. No hay ni una reminiscencia flamenca. Es ropa muy 'casual', con mucho rollo, para una noche de fiesta brillante, para ir al mercado 'arreglá' pero informal, como diría Martirio. Una colección de hombre y mujer para el verano que viene, aunque también he metido algún tres cuartos y alguna gabardina, para las tormentas de verano. En mi armario hay tres piezas básicas: La chilaba, el poncho y la levita. Y eso también se verá. También espero que os guste la línea de baño de hombre. Es muy animal y no digo más.

¿Va a salir a desfilar? No, no, no. Esta vez el artista se queda dentro.

¿Alguna sorpresa más? Pues hay una parte de la colección que la ha pintado a mano sobre cada una de las piezas mi amigo Domingo Zapata, el pintor mallorquín afincado en Nueva York, al que llaman el Andy Wharhol español, y eso más que moda es arte. También le cuento que habrá música en directo. Voy a meter tres bandas nada menos.

¿Teme cómo pueda irle con esta nueva faceta suya? Yo no le temo a nada y me la juego en cada espectáculo que monto. Lo único que he querido siempre es expresarme, como bailarín, como coreógrafo, como actor y ahora como diseñador. Y disfrutar con ello.

¿Dónde empezó con esto? En Italia. Yo participio en un programa de la RAI y se pusieron en contacto conmigo unos empresarios textiles del sur de Italia, gente muy joven, de veintipocos años. Así que nos encerramos a hacer ropa y nos lo pasamos pipa. Tenemos detrás un buen equipo de patronistas y costureros. Ha sido un poco como Antonio Banderas, que es maravilloso.

¿Él ha estudiado diseño en Londres? Bueno. Pues yo como toda la vida he tenido que vestir a mis bailarines, a lo mejor por eso estoy ahora aquí.

¿Espera que esta colección tenga una larga vida comercial? Hombre, por supuesto. Yo no hago nada en esta vida si no espero amortizarlo. Claro que voy a vender. Vamos a abrir tienda en Madrid y en Barcelona. Y pondremos un muestrario en las 15 mejores tiendas.

¿Cuándo veremos su último espectáculo en Barcelona? Espero que antes de final de año. Se llama 'Gallina',  una obra sobre la incomunicación escrita por Cristin Morales. Es un homenaje a Pasolini y me gustaría presentarlo en la Biblioteca de Catalunya. En Madrid lo hemos presentado en la Tabacalera de Lavapiés. Y en este montaje no hay problema con el vestuario: salimos todos medio desnudos a escena. Por eso hemos hecho esas fotos tan bonitas en la revista 'Primera línea'.