EPISTOLARIO ULTRAMARINO

Querida Ana María Moix

Cuando se cumple un año de la muerte de la escritora, se recupera su correspondencia con Rosa Chacel, exiliada en Brasil Las cartas de las dos narradoras dibujan su fértil amistad

Rosa Chacel.

Rosa Chacel.

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Mediaba septiembre de 1965 cuando la veterana Rosa Chacel, de 67 años, recibió una carta en Río de Janeiro, la ciudad donde la compañera de letras y penurias de la generación del 27 cultivaba un solitario exilio. La misiva, incendiada de sincera curiosidad literaria, estaba firmada por una resuelta Ana María Moix, que a sus 18 años buscaba una mentora que le iluminara el camino y le ratificara lo que ya sentía: esa necesidad imperiosa de ser escritora. Las 67 cartas que cruzaron desde esa fecha hasta 1970 se reunieron hace años en un libro hasta el momento inencontrable (la última edición era de 1998) y que ahora se recupera coincidiendo con el primer aniversario de la muerte de  Moix, que se cumple hoy. 'De mar a mar' (Comba) recoge la edición de la profesora Ana Rodríguez Fisher, que también se ha encargado del prólogo.

La carta de Moix  fue la avanzadilla del deslumbramiento que la novela de Chacel, 'Teresa', despertó también en sus amigos los poetas Guillermo Carnero y Pedro [todavía no era Pere] Gimferrer. «Por entonces no había libros de Chacel en España. La edición de Teresa fue el fruto de la breve visita que la autora hizo a España en 1961», explica Rodríguez Fisher.

En las cartas, Ana María se lanzó a sincerarse con fuerza y autenticidad -«sus cartas combinaban espontaneidad y un tono confesional»- y la veterana autora de la República recogió el guante como a quien le va la vida. «A Chacel, con una vida privada tan insatisfactoria, aislada y sin interlocutores, las cartas le parecen un milagro», precisa la antóloga. La misma Chacel lo dice en su respuesta: «Su arrojo para escribirme sin pereza ni inhibición de ningún género me traen el testimonio de que España existe y continúa».

La Nena Moix se emplea a fondo en su nueva amistad. Contó sus incipientes proyectos literarios, las novelas 'La cucafera' o 'El gran King', 'Monty no ha muerto', que no llegarían a ver la luz, y los poemarios 'Temps de l'home' y 'Una piedra en el camino', que le valdría la inclusión en los Nueve novísimos de Castellet.

Reseña sus lecturas y sus sesiones de cine -Chacel es una buena cinéfila aunque no comparta el amor que Moix tiene a Godard-, explica con detalle las revueltas en la universidad, cómo los grises, la policía franquista, la ha molido a palos, y se admira ante la escritura moderna y arriesgada, heredera de las vanguardias de su mentora, intuitiva precursora del Nouveau Roman.

La joven y la mujer mayor

«De mar a mar se puede leer como una novela de formación y aprendizaje», acota Rodriguez Fisher. La joven y la mujer mayor no pueden ser más distintas en carácter, pero se entienden a la perfección. Moix es apasionada. Chacel lo fue en su juventud pero ahora, gran pesimista, se ve obligada a refugiarse de vez en cuando en sus silencios -unos silencios significativos en su escritura- cuando está en 'panne' -así llama a esos momentos de depresión- que de vez en cuando la dejan fuera de juego y le impiden contestar a su ferviente corresponsal. Moix no duda en retratarse a sí misma de forma directa y emocionante. Cuenta que fue una niña rara, casi «un monstruo»,  muy precoz, que a los 12 años se leyó el 'Capital' de Marx para pasar a Nietzsche, los existencialistas y Kant. También confiesa «épocas terribles de desánimo», «planteamientos de suicidio (incluso intentos)» y un «inexplicable amor por todo». Chacel, discípula de Ortega y Gasset, filtra desde una gran altura intelectual hasta la más nimia actividad cotidiana

-«ambas estaban alejadas de un feminismo plañidero», precisa la antóloga- y pese a ser poco dada al sentimentalismo acaba adoptando una actitud maternal frente a la hermana de Terenci, ejerciendo incluso de  psiconalista.

La reedición de la correspondencia abre la puerta a varios libros sobre Ana María Moix actualmente en preparación: la reunión de su articulismo y su crítica literaria, una serie de textos en catalán vinculados a su 'Manifiesto personal' y un tercer proyecto que recuperará sus reflexiones sobre la formación del escritor y su visión de la literatura. Quizá no estén muy alejados de lo que pensaba cuando tenía 18 años.