El 'intocable' Omar Sy

El taquillero actor francés, hijo de una empleada de hogar y un tendero, disfruta su momento de gloria en la industria de Hollywood

Omar Sy, junto a la pequeña protagonista de 'Mañana empieza todo'.

Omar Sy, junto a la pequeña protagonista de 'Mañana empieza todo'. / periodico

OLGA PEREDA / MADRID

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"Creo en el amor. Por eso sonrío tanto". Omar Sy es, efectivamente, dueño de una risa espectacular (como su portentoso físico). Motivos para estar feliz no le faltan. Es el actor de moda, el imprescindible. Protagonizó 'Intocable' y su vida dio un giro de 180 grados. Aún sigue en la cresta de la ola. Acaba de estrenar en España 'Mañana empieza todo', melodrama lacrimógeno sobre la paternidad que ya ha acumulado más de un millón de euros en la taquilla.

Sy nació en el suburbio parisino de Trappes en 1978. Su madre, mauritana empleada del hogar. Su padre, un senegalés que en los años 60 emigró a Francia y se buscó la vida como tendero. Al pequeño Omar siempre le gustó reírse. Por eso se hizo cómico y demostró que, a veces, los sueños también se cumplen, incluso aunque vivas en un conflictivo suburbio.

UN FENÓMENO MUNDIAL

El antes y después de su carrera vino con 'Intocable' (2011), película que obraba el milagro de despertar la sonrisa con temas tan peliagudos como la enfermedad y la lucha de clases. Sy daba vida a un cuidador de extrarradio, contratado por un adinerado tetrapléjico (François Cluzet). Entre carcajada y carcajada, la película retrataba la Francia de los recortes. Rompió la taquilla mundial y se convirtió en un fenómeno. Solo en España fue vista por más de dos millones y medio de espectadores.

A partir de ahí, la vida le cambió radicalmente a Omar Sy. Y la cuenta corriente, más todavía. Eso sí, siguió viviendo en el suburbio parisino en el que nació. Si quería ir al centro de París a tomar un café sabía que era una misión imposible. La gente se lo comía vivo. “Si nadie me dijera nada por la calle, el primer día lo agradecería, pero el segundo me sentaría mal”, contaba a este periódico en el 2013, cuando visitó Madrid para promocionar 'Incompatibles', una comedia ligera donde se ponía en la piel de un poli de barrio. A pesar de toda la presión y de los millones de autógrafos que ha firmado, el actor francés es incapaz de odiar 'Intocable'. “Solo puedo dar gracias a Dios y apreciar todo lo bueno que me ha venido”, asumía en París hace un par de años, cuando promocionó 'Samba', la bienintencionada historia de un sin papeles y una alta ejecutiva que se harta de su trabajo y empieza a colaborar con una organización humanitaria.

EN LOS ÁNGELES

A esas alturas de la película, Sy ya ha decidido trasladarse a Los Ángeles. Su idea era pasar allí un año sabático junto a su familia pero terminó participando en dos superproducciones como 'X-Men: días del futuro' y 'Jurassic World'. Él ha encajado en la meca del cine y la meca del cine en él. “Los Ángeles es una ciudad que me encanta por su energía, quizá porque es una urbe sísmica y sientes esa sección de movimiento, de urgencia. Es una ciudad en la que cada segundo cuenta y es fascinante porque a las cuatro de la tarde te puedes meter en un teatro a ver actuar a cómicos”. Optimista por naturaleza, Sy no tiene la sensación de que el racismo esté dañando Hollywood. “Estoy en un momento tan bueno que no puedo decir que me haya afectado”, reconoce.

En 'Mañana empieza todo', Sy da rienda suelta a una de sus pasiones, la paternidad. “Ser padre me hizo tener una conciencia diferente respecto al mundo, me hizo evolucionar y me convirtió en una persona más profunda”.

FAN DEL BARÇA

Fan absoluto del Barça –"es un equipo que te hace soñar”– el cómico parisino se pone más serio cuando habla de política. Se metió a millones de franceses en el bolsillo cuando recibió una invitación para almorzar por parte del entonces presidente Sarkozy y la respuesta fue un rotundo “no, gracias”. Y lanza un aviso también al socialista Hollande por si se le ocurre: “Tampoco aceptaría una invitación suya”. El hijo de la empleada del hogar y el tendero no quiere meterse en asuntos de política. Solo lo hace cuando vota. El resto del tiempo, prefiere trabajar. Actuar, sonreír, ejercer de padre, hacerse selfis y firmar autógrafos.