Cuando Kashoggi se comía el mundo desde Marbella

Marbella  adnan khashoggi y su mujer en marbellla

Marbella adnan khashoggi y su mujer en marbellla / periodico

JULIA CAMACHO / SEVILLA

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En los tardíos 80, uno no era nadie en España si no había pisado al menos una vez La Baraka, la fastuosa residencia de Adnan Kashoggi en las inmediaciones de <strong>Marbella</strong>Artistas, políticos, realeza y otros empresarios de turbios negocios contribuyeron a aquilatar una imagen de lujo glamur a la vista de todos que fue perdiendo la capa de oro con el gilismo.

Las luces se fueron apagando, y la marcha de Kashoggi cuando sus negocios empezaron a fallar demostró que no era oro todo lo que relucía.

El considerado en alguna ocasión como “el hombre más rico del mundo” nació en La Meca hace 81 años y era hijo de un médico bien relacionado con la familia real saudí. Un apoyo familiar potente que le permitió viajar a EE.UU y estudiar Economía en la prestigiosa Universidad de Stanfford.

Su talento empresarial surgió de manera precoz, y ya en los años 70 su fortuna estaba tasada en más de 40.000 millones de euros. Ese olfato le llevó a ver una gran oportunidad en unos años convulsos en el polvorín de Oriente Medio: donde unos vieron conflicto, él vio negocio, y se convirtió en intermediario entre el Occidente fabricante de armas y los gobiernos de aquellos países.

PRESO EN SUIZA POR BLANQUEO

Fueron los años de la opulencia, tolerada y jaleada pese a su origen oscuro mientras siguiera la fiesta. Kashoggi se comía el mundo vía jets privados con los que pasear a su extensa familia: cinco hijos de su primera mujer, Soraya; otro de su matrimonio con Lamia, la italiana que le acompañó hasta sus últimos días, y otros dos de Shahpari, la refinada iraní convertida en tercera esposa.

Pero a finales de los 80 su suerte se fue agotando. Algunos negocios fallaron y en 1989 acabó en prisión en Suiza acusado de ayudar al ex dictador filipino Ferdinand Marcos y a su mujer, Imelda, a evadir 160 millones de dólares.

En Estados Unidos fue juzgado por obstrucción a la justicia, y aunque fue absuelto, salió a la luz que era todavía era millonario, pero en deudas, lo que le obligó a vender las propiedades que aún no tenía embargadas. Refugiado en Riad y denostado ya por la prensa, pasaba temporadas en Londres, donde falleció esta semana, aunque fantaseaba con regresar a la Costa del Sol, donde hace unos años participó en una gala benéfica.

EL BARCO, AHORA DE TRUMP

Ya en sus comienzos adoptó el modo de vida de esos jeques que se identifican por la eslora de sus barcos. Con viviendas en Suiza, Montecarlo o Nueva York, 'AK', como lo conocía la prensa internacional, aterrizó en Marbella después de comprar una finca de 5.000 hectáreas a Cristina Onassis, y por la ciudad corría la especie de que desembolsaba un millón de euros por cada semana de estancia en el Sur de España.

Él ayudó a fraguar la imagen cosmopolita de la Costa del Sol: se codeaba con Richard Nixon, a quien llegó a entregar un maletín lleno de dólares proveniente de oligarcas saudíes, y hay quien dice que por su casa llegó a pasar Bin Laden. Mientras, Liz Taylor con George Hamilton Mick Jagger se tostaban en la cubierta de su yate Nabila, el suntuoso barco amarrado en Puerto Banús que inspiró una canción a Freddy Mercury e incluso salió en una película de James Bond. Casualidades del destino, acabó cayendo en manos de Donald Trump años después.

En sus fiestas con montañas de caviar iraní y cachorros de tigre con collares de diamantes, actrices como Brooke Shields, Farrah Fawcett o Linda Christian actuaban de reclamo para atraer a dictadores y gerifaltes con los que Kashoggi cerraba sus tratos casi en las mismas narices de los pararazzo.

Las estrellas internacionales se mezclaban con el famoseo patrio, como Pitita Ridruejo; la princesa Soraya, repudiada por el Sha de Persia y cuya mansión acabó siendo pasto de okupas; la incombustible Gunilla Von Bismark –hoy retirada de los saraos y convertida en una apacible abuela que vende su casa--; Sofía de Habsburgo, Philippe Junot, Jaime de Mora y Aragón con su monóculo o Alfonso de Hohenlohe, el autentico impulsor de Marbella como paraíso para la jet.

Una época dorada que poco a poco, y con la muerte de algunos de protagonistas, fue dejando paso a un lujo menos ostentoso, en el que las grandes fortunas y los gurús financieros celebran suntuosas fiestas que se viven de puertas para adentro en fincas que ocupan lo que un día fue la vivienda del multimillonario más famoso del mundo.