REGRESO AL TEATRO DEL RAVAL

Marc Martínez: «Me gusta mucho estar solo, por eso vivo en pareja»

IOSU DE LA TORRE / BARCELONA

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El actor poliédrico se abre en canal en el altar donde comenzó todo: la escuela teatro del Raval, que siempre será el Chino. Ante ustedes, 'Mal Martínez, humor i hòsties', el monólogo descarnado de un alumno aventajado de Pepe Rubianes.

Choque psicoterapeútico que tuvo puesta de largo excepcional la noche del pasado lunes. El resto de las funciones, hasta el 27 de diciembre, caerán en martes. Los martes de Mal Martínez.

Vuelve al lugar del que no se fue. Vuelvo al 'Rawal', o al 'Lagual', el 'Ragual', amigo… Raval. Ahí tengo la patria y a mi familia, mis padres todavía siguen en la calle de la Cera.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"Un tuit del \u2018mataiaies\u2019 para Buenafuente","text":"Le gusta expresarse en las redes de Twitter y Facebook. \u00bfUn tuit para Andreu Buenafuente, de El Terrat? \u00abAd\u00e9u, Buenafuente. No vino al estreno. Me dice que le sabe muy mal. Y yo le digo, Ad\u00e9u Buenafuente, ya nos encontraremos all\u00e1 abaix, cheic, en Reus, de donde es mi mejor amigo. Lo admiro mucho, es muy cercano. Siempre me ha ayudado. El Terrat es la hostia\"."}}Su cole también ha resistido. Ya no existe, lo que pasa es que el edificio forma parte de una isla de casas, es una parroquia y durante años fue un cole con un cine teatro de barrio donde hice de todo.

¿Cuánta regresión en esta obra? Me ahorro mucho dinero en psicólogos. La terapia me la hago yo, sin tener estudios en psicología. Vuelvo a la casilla de salida después de tantísimos años en el mundo del espectáculo. Me apetecía enfrentarme a mis miedos, que son unos cuantos, a los que he ido venciendo con amor. Primero, amor a mí mismo, entendiéndome y queriéndome, y luego a los que tengo a mi alrededor. Es algo vital, «¿porqué lo haces?», me preguntan. Porque lo necesito. 

¿Cuál era su mayor miedo? El miedo, los miedos son uno de los pilares de la función. Mi mayor miedo… A ver… Yo de pequeño me sentía Calimero. No entendía a la humanidad. Más allá de mi familia, vivía en un contexto muy absurdo. Salía, solo veía violencia, en la calle, en el cole, los profes... No estaba seguro en ningún sitio.

¿Le pegaban los profes? A mí, no, pero claro que pegaban. El miedo me sirvió para espabilarme. El miedo y las gafas eran mi salvoconducto. Las gafas fueron mi arma, con ellas esquivé el 80% de los golpes. Caían de todos los lados. De las bandas, de los colegas, de los que no eran colegas, de los bandos, de los profes, las profas, las monjas…

’Mal Martínez’, ¿por qué el Mal?, ¿con coma o sin coma? Podría haberla, lo pensé. «Mal, Martínez», pero no… El título es polédrico, como yo. Viene de cuando trabajaba para la tele. Me veían a buscar, picaban en el interfono: “¿Está Mal?” Y yo decía, tengo sueño, pero estoy bien. “Soy el taxi de la serie que venía a buscarte. Mal Martínez”. Y yo, creo que se equivoca. “Yo vengo a buscar a María del Mal” con ese acento que hace ele a la erre… Mis primos en el pueblo también me llamaban Mar, Mal, una broma. Y luego el mal con el que me curtí de pequeño. Las cosas entonces estaban mal. 

¿Se alejaron los miedos?  Mi mayor miedo era la vida, sobrevivir. He visto cosas que no hacían bien a ningún niño. Por eso me fastidian tanto esas mentiras del bienestar. Mal Martínez no es un teatro político, ni de discursos…

¿Cómo sale tras cada función? Muy cansando. Ya no tengo ni 20, ni 30 ni 40. Me quedo hecho una mierda. Es un supermaratón. Físicamente acabo fatal, pero espiritualmente me quedo muy bien.

–Duerme mejor. Hace tiempo que duermo mejor.

El cartel es usted con la boca ensangrentada. Es el cerebro que supura. Del Humor i Hosties, las hostias son la sangre, las que he tenido que esquivar, pero me las han dado igual. Que no me las dieran a mí no quiere decir que no me hicieran daño. Mi padre me decía: “No entres en los futbolines porque todo lo malo que pasa en la vida pasa dentro de unos futbolines”. Pues habrá que entrar... Siempre he estado rodeado de mal. Y luego te llevaba a catecismo, nene, y el cura te tocaba con la manita por aquí y te decías este olor es muy raro, huele a adn… Luego entendí que no era caspa. Yo era el favorito, me tocaba mucho el pelo, era asqueroso. 

El teatro como terapia. Quería estar solo en un escenario. Me gusta mucho estar solo, por eso estoy siempre en pareja. Es donde encuentro la soledad más bonita.

¿Lo sabe ella? Claro, y me apoya. Desde la soledad me entiendo a mí mismo. Hay mucho ruido en esta profesión. Yo me metí en esto porque el lunes era fiesta, como mi madre, que era peluquera. «Vamos a elegir una profesión donde el lunes libremos todos». Yo me dedico a esto por vacación más que por vocación. Si no sería médico o bombero. De hecho quería ser médico. Me dediqué a esto por inercia. Mal Martínez es un rencuentro conmigo mismo, que fui posponiendo por miedo. Soy muy miedoso.

¿A los 50 años hay que seguir protestando? Hombre, claro, sí. 

¿Actor antisistema? Es uno de mis calificativos, bueno. No sé cómo soy, cómo me ven… Si el sistema no me gusta ¿es eso ser antisistema? No soy el antisistema. Jóder, pobre Willy Toledo… La gente tiende a simplificar, quizá a causa de alguna de mis declaraciones. Prefiero decir que soy horticultor que antisistema. Prefiero cultiva mi sistema, que son mis tomates y mi familia, mis clases. Hay un elemento creativo en el antisistema que me interesa mucho. El epíteto actor antisistema, no.