EXPOSICIÓN EN EL GRAND PALAIS

Gaultier es una gran fiesta

La gran exposición del modisto llega a París tras visitar 9 ciudades

Arriba y en la silueta, varios diseños de Gaultier, expuestos en la muestra del Grand Palais de París.

Arriba y en la silueta, varios diseños de Gaultier, expuestos en la muestra del Grand Palais de París.

EVA CANTÓN
PARÍS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Le guste o no, Madonna no fue la primera en colocarse un corsé de Jean Paul Gaultier. El famoso sujetador de senos cónicos, ese artefacto con aires de instrumento de tortura que el costurero francés elevó a la categoría de fetiche, lo hizo con papel de periódico, allá por los años 60, para su osito Nana. El peluche ha envejecido, pero mantiene los conos intactos y, desde ayer, ocupa una pequeña vitrina en el Grand Palais de París. Allí han desembarcado las 157 piezas de la primera exposición dedicada a Gaultier (Arcueil,1952), que arrancó en el 2011 en el Museo de Bellas Artes de Montreal (Canadá) y ha atraído ya a cerca de millón y medio de visitantes en nueve ciudades, entre ellas Madrid, San Francisco, Nueva York, Londres o Melbourne.

La de París es, pues, la décima y más «íntima» de las etapas de la caravana Gaultier, en palabras del comisario Thierry-Maxime Loriot. «La apoteosis, los fuegos artificiales», según el propio Gaultier, que entretuvo durante más de una hora a la prensa ensartando anécdotas de infancia y grandes dosis de buen humor. Un poco reticente a la idea de Nathalie Bondil, directora del Bellas Artes de Montreal e iniciadora del proyecto, de realizar una retrospectiva sobre sus creaciones

-«Yo me dije: ¡pero esto es para gente muerta!», recuerda Gaultier-, al final le convencieron. Con una propuesta que al chico de la banlieu parisina que se adivina tras el costurero de 62 años le pareció diferente, llena de vida, «una cosa festiva». La muestra recorre, estructurada en ocho secciones de ambiente teatral, la esencia de su moda imposible y vanguardista. Sus fuentes de inspiración, tan eclécticas como impertinentes: la calle parisina, la ciencia ficción.... Una imaginación desbocada y sus colaboraciones artísticas históricas con el cine de Pedro Almodóvar o Peter Greennaway, la danza de Maurice Béjar y divas del pop como Madonna o Kylie Minogue. Una «costura de fusión» que reivindica el derecho a la diferencia, viste con faldas a los hombres y destapa la fortaleza de las mujeres. «Siempre se ha tenido esa imagen de que la belleza femenina era lo de 'ponte guapa y cállate'. Yo quiero mostrar que las mujeres tienen algo que decir», señala.

Un mensaje social de «tolerancia e inclusión» que desdibuja las fronteras entre las culturas y los sexos, creando personajes andróginos o invirtiendo los códigos de una moda hipersexualizada. «Se trata de representar un poco lo que pasa en la sociedad», asegura el creador, que en septiembre del 2014 anunció que abandonaba el prêt-à porter para centrarse en la alta costura.

SU ABUELA, PRIMER ICONO / Además de sus diseños, que el azar ha querido que convivan a pocos metros de la gran exposición de Velázquez, en el Grand Palais se ven por primera vez documentos, archivos, trajes de escena, fragmentos de películas, desfiles, conciertos y vídeo-clips en medio de una creación audiovisual que anima una treintena de maniquís. Un último apunte. El primer icono de Gaultier tampoco fue Madonna. Fue su abuela, con la que posa en una de las fotos de la muestra, abierta hasta el 3 de agosto. Fue ella quien le regaló el osito, en una época en la que los niños, recuerda Gaultier, no jugaban con muñecos.